El Gobierno empezará a trabajar ya en los Presupuestos de 2021 por si las elecciones catalanas impiden aprobar los de 2020

Hacienda ya cuenta con un boceto de cuál puede ser la recaudación de 2021

María Jesús Montero, portavoz del Gobierno EFE

El Gobierno espera el momento oportuno. No puede hacer otra cosa. Su estrategia y sus tiempos políticos dependen totalmente de lo que suceda en Cataluña y de la capacidad que tenga ERC de poder apoyar o no los Presupuestos Generales del Estado. Y en este sentido, desde el Ejecutivo quieren empezar en breve las negociaciones con los grupos políticos. Desde el Gobierno siguen trasladando que no presentarán el proyecto de cuentas públicas hasta que no tengan garantizada su aprobación.

Y eso no sucederá hasta que se tengan certezas de cuándo se celebrarán las elecciones catalanas. Y en el Gobierno se reconoce en privado que no tienen datos fiables al respecto. Ni siquiera la buena relación que existe con ERC permite al Ejecutivo tener definido cuándo se celebrarían estas elecciones. Porque, subrayan, creen que ni siquiera la formación de Oriol Junqueras tiene información al respecto.

La necesidad de iniciar ya las negociaciones con los grupos, que el Gobierno desarrollará con discreción a petición de sus potenciales aliados, tiene como objetivo poder tener todo el andamiaje listo para poder presentar los Presupuestos si se confirma que el escenario electoral catalán se retras hasta el otoño.

Fuentes gubernamentales señalan que el objetivo que tiene el departamento de Hacienda es poder iniciar la tramitación de los Presupuestos en «mayo o junio», con lo que las cuentas podían completar su tramitación a finales de julio o incluso entrando algo en el mes de agosto. Pero si este escenario se complica el Gobierno va a ir trabajando en paralelo en la elaboración y negociación de las cuentas de 2021.

Y es que esto puede suceder si Quim Torra y Carles Puigdemont deciden colocar las elecciones ya, lo que el Gobierno interpreta que complicaría la aprobación de las cuentas. Si ese horizonte de que los Presupuestos puedan estar aprobados antes de que acabe el verano se nubla, el Gobierno se centrará en las cuentas de 2021. De hecho fuentes del Ejecutivo apuntan a que en los contactos con los grupos se empezará a hablar ya de los Presupuestos de ese año por si los de 2020 no se aprueban o por si lo hacen muy tarde, con poco tiempo de vigencia, y se precisa «dar continuidad» a ciertas medidas del Presupuestos de este año.

El Gobierno defiende que, a día de hoy, el plan A es sacar las cuentas de 2020 y que estos puedan estar en vigor los últimos meses del año. Pero se reconoce que ya se tiene en mente las cuentas del siguiente año. Sacar las cuentas de 2021 daría a Sánchez más oxígeno de una tacada para garantizarse la estabilidad parlamentaria.

La aprobación por parte del Gobierno del techo de gasto de 2021, sin anunciarlo, en Consejo de Ministros el 11 de febrero y su posterior ratificación en el Congreso de los Diputados hace una semana, es el gesto más claro del Ejecutivo para tener en la recámara los Presupuestos de 2021 por si el calendario electoral catalán impide que se puedan presentar los de 2020. Para el año que viene Hacienda prevé un aumento del gasto ministerial del 3% hasta los 131.437 millones, el más alto desde 2014.

Ello supone que en el Ministerio ya tienen el esqueleto para las cuentas del próximo ejercicio: la elaboración del techo de gasto no financiero se basa en la estimación de crecimiento del desembolso, pero también de los ingresos, por lo que desde Hacienda ya cuentan con un boceto de cuál puede ser la recaudación el año que viene, en un momento en el que el Gobierno prepara nuevos impuestos a billetes de avión, envases de plásticos desechables además del alza fiscal al Tabaco, casas de apuestas y comida basura que quiere Podemos. «¿Qué es lo que había que ocultar? ¿Preguntas incómodas? ¿Dos presupuestos en marcha simultáneamente?», criticó la diputada del PP, Elvira Rodríguez.

Lo cierto es que a ojos de Hacienda es plausible presentar las cuentas de 2021, cumpliendo con el mandato constitucional de enviarlas al Congreso antes de octubre, en lugar de las de 2020, ya que las subidas de diésel y demás impuestos nuevos solo entrarían en vigor en la segunda mitad del año –no así las de IRPF y Sociedades que contemplarían todo el ejercicio, aunque con unos ingresos parcialmente lastrados este año–, con el consiguiente impacto en la recaudación. Hacienda debe bajar el déficit en unas siete décimas al 1,8% del PIB este año para contentar a Bruselas.

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