El Gobierno se desmarca de la posible vuelta de Don Juan Carlos: «No nos corresponde a nosotros pronunciarnos»
Mantiene su línea de actuación y dice que será «respetuoso» con una decisión que se tome «en el seno de la Casa Real»
Después de apartarse de forma inequívoca de la figura de Juan Carlos I, el Ejecutivo empieza a asumir como el más probable el escenario de su vuelta a España. El archivo de las investigaciones por parte de la Fiscalía suiza empieza a desbrozar un horizonte penal que, no obstante, en el Gobierno siguen sin considerar inmediato. Hoy en el Ejecutivo se ha evitado hacer una relación con las decisiones que puedan adoptarse sobre las causas abiertas en España.
Pero la posible vuelta de Don Juan Carlos es más factible que antes. Y el Gobierno ha optado por trasladar públicamente que no se opone a la misma . Aunque tampoco la defiende o considera necesaria. Simplemente, traslada su inhibición al respecto: «No nos corresponde pronunciarnos en torno a esa decisión que corresponde al Rey Emérito y por supuesto seremos respetuosos con la decisión que se adoptara en el seno de la Casa Real al respecto» , ha dicho hoy la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez.
La posición no constituye ningún cambio respecto a la manifestada en las últimas semanas. Sin ir más lejos, la pasada semana la portavoz del Ejecutivo quiso despejar esta cuestión aludiendo que desconocía las informaciones referidas a una posible vuelta de Don Juan Carlos a nuestro país. Ante las informaciones que apuntan a su regreso el Gobierno siempre se ha parapetado en que esa debe ser una cuestión que se dirima en La Zarzuela.
A primeros de octubre desde el Gobierno se lanzaba el mensaje, en boca también de la portavoz, de que sería «muy respetuoso con todas las decisiones individuales y personales », en referencia a un posible retorno a España. Es decir, dejaba en manos del anterior Jefe de Estado su decisión. Apenas unos días después Pedro Sánchez daba un paso más y reclamaba al padre del Rey explicaciones públicas sobre su conducta: «Sería conveniente que el Rey Juan Carlos dijese, efectivamente, cuál es su opinión sobre todos estos hechos que son informaciones perturbadoras».
Este es un debate incómodo para la parte socialista del Gobierno. Porque constituye un elemento de presión añadido por parte de sus socios, tanto en la coalición gubernamental como los parlamentarios. Su estrategia siempre ha sido separar las figuras del padre y el hijo para destacar y loar la segunda, la del actual monarca. Y destacan que la «relación» del Gobierno es con el actual monarca, de quien siempre buscan «valorar el esfuerzo que desde la actual Casa Real están haciendo por dotar a la monarquía parlamentaria de mayor transparencia».
El hito de esta estrategia se produjo en febrero de este año cuando en comparecencia en La Moncloa el presidente del Gobierno se refirió al «sentimiento de perturbación y de incomodidad para el Gobierno» que suponen las informaciones sobre las regularizaciones fiscales de Don Juan Carlos por representar unas «conductas incívicas». Sánchez dijo aquel 26 de febrero albergar un «sentimiento de rechazo ante estas informaciones». Pero también marcó la línea de actuación respecto a su afán por aislar a Felipe VI: «La Casa Real actual ha marcado un antes y un después en la ejemplaridad (…) el actual Rey tiene todo mi apoyo», remarcando que «no se está juzgando a instituciones».
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