El Gobierno busca votos contra el reloj para salvar el decreto ley anticrisis
La Moncloa mira hacia el PP al ver que las cesiones de Sánchez no aplacan a los independentistas
Feijóo pide bajar los impuestos y recortar el gasto burocrático del Gobierno para apoyar las medidas
El Gobierno buscaba este miércoles casi frenéticamente los votos necesarios para intentar salvar el martes el decreto ley de medidas frente a la inflación, ante la amenaza de que sus socios independentistas rechacen el texto como represalia por el caso Pegasus. El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, pidió «oficialmente» el apoyo del PP (y de toda la Cámara) durante la sesión de control en el Congreso, y al término de esta el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños , se citó con el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, y el de Cs, Edmundo Bal , intentando amarrar una mayoría suficiente. Pero las cifras siguen en el aire. Los votos a favor asegurados no superan los 170 y se enfrentan a una masa de votos en contra aún pendiente de determinar.
ERC y Bildu insistieron en que no apoyarán el decreto si el Gobierno no hace gestos adicionales como cesar a la ministra de Defensa, Margarita Robles, o aceptar una comisión de investigación pública sobre el caso Pegasus. Ambas condiciones están descartadas por La Moncloa. Pero no aclararon si optarán por un voto en contra o una abstención, que sería suficiente para salvar el decreto.
Y es que los intentos de los socialistas por calmar a sus aliados con la reforma de la comisión de secretos oficiales o el anuncio de una investigación al Ministerio de Defensa por parte del Defensor del Pueblo han resultado infructuosos. ERC pide más y en una dura intervención, Rufián terminó instando a Sánchez a telefonear al diputado popular Alberto Casero –el parlamentario que se equivocó al votar y salvó la reforma laboral– si quiere que el decreto de medidas anticrisis se apruebe hoy en el Congreso. «Tienen una alternativa, el PP, que es de centro, de centro penitenciario, Feijóo» , invitó el republicano al socialista. «La pregunta es si esta vez ustedes ordenaron el espionaje: si lo ordenaron es terriblemente grave, pero si no lo ordenaron es terriblemente más grave, porque es que no han limpiado las cloacas», cargó Rufián.
En el que fue su primer pronunciamiento desde que estallara la polémica, el jefe del Gobierno no contestó si Defensa ordenó al CNI que escuchara a independentistas . Sobre la petición de abrir una comisión de investigación pública, el socialista insistió en el discurso oficial de los últimos días respecto a la legalidad de todas las actuaciones. «Todo lo que se ha hecho por parte del Centro Nacional de Inteligencia es atendiendo escrupulosamente a la ley», reiteró Sánchez, que insistió en la voluntad de La Moncloa para esclarecer los hechos, y su «absoluta disponibilidad» para colaborar con la Justicia «desclasificando los papeles» si esta lo requiere. A cambio, pidió a Rufián recuperar la confianza mutua y el diálogo.
Pero ERC insiste en que espera un movimiento del Gobierno y de los socialistas, en la línea de las explicaciones y la asunción de responsabilidades. La tensión entre el Gobierno y sus socios es máxima, con el foco puesto también en la ministra de Defensa, Margarita Robles. Por su parte, Unidas Podemos empuja al PSOE a que se mueva porque cree que no está respondiendo con la altura que necesita la situación. Además, desde el grupo morado insisten en que la única forma de aprobar las medidas anticrisis es apoyándose en los socios de la investidura. Fuentes de la formación morada explicaron en el patio del Congreso que el PSOE tiene que dar explicaciones y asumir responsabilidades, y tiene que entender que ERC está en posiciones muy cerradas porque esto no es un simple choque o fricción, sino un «escándalo».
Pendientes del PP
También Vox se situó este miércoles entre el voto en contra y la abstención. «Usted no ha traído aquí ninguna medida útil y por eso nosotros no vamos a apoyar las medidas de Sánchez, porque son hambre para hoy y para mañana», advirtió su presidente, Santiago Abascal, mientras el portavoz adjunto de Ciudadanos, Edmundo Bal, anticipó un 'no' porque Bolaños no aceptó hacer una apuesta por la energía nuclear.
En este contexto, la baza que le quedaba a La Moncloa para evitar una votación de infarto es que el PP le brinde su apoyo o abstención. Alberto Núñez Feijóo, desde Galicia, invitó al Gobierno a atender a sus propuestas económicas si quiere contar con el apoyo del PP: «Es bien sencillo». El líder del PP envió el viernes su plan fiscal a La Moncloa y nunca obtuvo respuesta. Eso sí, el martes a última hora la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se puso en contacto con el vicesecretario de Economía del PP, Juan Bravo , para establecer una vía de comunicación e interesarse por el sentido del voto de su partido.
Ahí quedó el 'acercamiento' del Gobierno al PP, que luego se completó a primera hora de la mañana del miércoles en el Pleno con la invitación pública de Sánchez al partido de Feijóo para que apoyase su decreto ley, algo que no quiso hacer en la reunión de tres horas que mantuvieron en La Moncloa el pasado 7 de abril. En aquella ocasión, despachó las propuestas del líder del PP en diez minutos al final del encuentro, sin prestarles ningún interés.
En esta situación, Bravo envió el miércoles por la tarde una carta a la ministra Montero , con las condiciones del PP para apoyar el decreto ley del Gobierno. En primer lugar, pide que se tramite como proyecto de ley, para poder añadir propuestas, y que se haga en este periodo de sesiones, es decir antes de julio. Además, el dirigente del PP exige al Gobierno que incorpore los cuatro aspectos básicos del plan Feijóo para solucionar el problema económico que afronta el país, y que pasan por una rebaja de impuestos a las rentas medias y bajas, una bajada en el IVA para la electricidad de acuerdo con las normas comunitarias, una gestión eficiente de los fondos europeos y una reducción en el gasto burocrático y político del actual Gobierno.
En caso de no cumplirse esas condiciones, el PP no votaría a favor, y se movería entre la abstención y el voto en contra, según fuentes populares.
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