La Generalitat marca a Sánchez las líneas rojas y le exige un «gesto» con los presos
El hombre fuerte de ERC en el Govern pide al presidente que «emita señales»
Presos, recuperación de competencias, fin del control de las finanzas, acción exterior ... El nuevo gobierno de la Generalitat marcó ayer el terreno de juego sobre el que espera entablar un diálogo con el recién estrenado presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, definiendo las prioridades y competencias en la acción de la Generalitat recuperadas tras el fin del 155, y presionando al nuevo ocupante de La Moncloa anunciando lo que esperan de él. El fin de la intervención de la Generalitat –consecuencia inmediata de la toma de posesión del nuevo Govern– refuerza al Ejecutivo de Torra, recordando al presidente del Gobierno el amplio campo en el que Cataluña tiene competencias exclusivas, comenzando por las de Enseñanza .
En este sentido, y aunque el independentismo oscila entre el escepticismo y la esperanza sobre la capacidad de maniobra del nuevo jefe del Ejecutivo, se abre paso la idea de que Sánchez tratará al menos de hacer gestos que ayuden a «desescalar» el conflicto , en una expresión que se incorpora al ya muy extenso diccionario «procesista». Como se pudo comprobar en el acto de toma de posesión de los consejeros catalanes el pasado sábado, la prioridad número uno del ejecutivo de Torra es la liberación de los políticos encarcelados, algo sobre lo que se asume que la capacidad de Sánchez es limitada. El traslado de los presos a cárceles catalanas es un «gesto» en el que se confía. Con todo, y como en el inicio de cualquier proceso de acercamiento previo a una hipotética negociación, el punto de partida es de máximos.
Al respecto, el nuevo consejero de Acción Exterior del Govern, Ernest Maragall (ERC), aseguraba ayer en Rac1 que el «tratamiento» que se dé a los encarcelados o a los huidos será el «termómetro"» para medir la voluntad de cambio del Gobierno de Sánchez. « La libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados es la primera medida que hay que esperar de un Gobierno que se considera progresista», apuntó Maragall. Entre la contundencia de las declaraciones públicas de los nuevos consejeros y la visión más realista y pragmática que emana de las direcciones de ERC y del PDECat hay una gran distancia, la misma que hay entre reclamar una libertad para los presos que ahora mismo no está en manos del Gobierno, a un acercamiento a cárceles catalanas que sí estaría dentro del campo de lo posible.
En este escenario, y como ha sucedido en los últimos meses, la política catalana, y el soberanismo en particular, está tensionado por dos fuerzas que tiran en direcciones distintas . La más posibilista que propugnan Oriol Junqueras o Marta Pascal (PDECat) –que es la misma que empujó a los dos partidos a apoyar la moción de censura sin que se haya conocido, al menos por ahora, una agenda oculta– y la legitimista bunquerizada en el entorno de Carles Puigdemont, con Quim Torra gobernando de forma delegada. Ayer mismo, y tras el acto del sábado, Torra insistía desde Berga (Barcelona) en que trabajará para «"hacer posible lo que los ciudadanos votaron el 1 de octubre, un Estado independiente en forma de república».
Por el momento, y a la espera de que su gobierno adopte medidas concretas, el republicanismo de Torra sigue siendo una cuestión únicamente de verbo inflamado. En contraste, y en representación del ala más pragmática del Govern, el vicepresidente, consejero de Economía y nuevo hombre fuerte de ERC, Pere Aragonés, reclamaba a Sánchez algún paso que sirva para sacar presión de la caldera y cargarse de argumentos frente a quienes internamente reclaman no abandonar el choque y la confrontación. «Si Sánchez quiere resolver este conflicto políticamente, que emita señales. Serán tenidas en cuenta», apuntaba en una entrevista de «El Periódico».
Con el IES de Sant Andreu
Más allá de esperar gestos o señales del nuevo Gobierno, el ejecutivo catalán se dispone a revertir los efectos del 155 y a recuperar competencias. Un campo sensible es el de la educación, cuyo nuevo responsable, un Josep Bargalló recuperado de la época del tripartito, dejó claro a quien le quisiera oír que el departamento que él dirige es «la única autoridad educativa en Cataluña». « Se ha acabado que desde fuera de la comunidad educativa se quiera intervenir », añadió. De manera simbólica, el primer acto al que acudió tras ser nombrado fue ayer a una fiesta organizada por las familias del Instituto El Palau de Sant Andreu de la Barca, varios de cuyos profesores afrontan un proceso judicial por haber supustamente humillado a hijos de agentes de la Guardia Civil.
En la misma línea de marcar el terreno, el consejero Ernest Maragall anunció que «la presencia de Cataluña en el mundo aumentará», anticipando la reapertura de las «embajadas» catalanas que el Gobierno cerró tras intervenir la Generalitat.
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