Garrigues: «Somos el país con menos infección populista»

El abogado recibió ayer el XXV Premio Pelayo para Juristas de Reconocido Prestigio

El presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González, entregó el premio al abogado Antonio Garrigues Walker José Ramón Ladra

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Lo primero que hizo ayer Antonio Garrigues Walker al subir al estrado fue pedir un aplauso para el Rey por decir en Cuba «que los Derechos Humanos solo se defienden en Democracia» . Lo segundo, proclamar que España es «el país más estable, más convivencial y más fuerte» que existe en un Occidente en crisis «porque ningún país tiene menos infección de populismo. Somos —sentenció orgulloso— un pueblo que realmente merece la pena». Desplegaba así el abogado la pasión por el liberalismo, el compromiso con el pensamiento y la sensiblidad social, por los que, entre otros motivos, ayer recibió en Madrid el Premio Pelayo para Juristas de Reconocido Prestigo en su XXV edición. El presidente del Grupo, José Boada , dijo que quería distinguir en este aniversario tan señalado a un profesional que es «innegable merecedor» del galardón y a la vez ejemplar «fuente de inspiración» para la empresa.

Bajo la Presidencia de Honor de Don Felipe, el Premio Pelayo para Juristas de Reconocido Prestigio es un homenaje a la excelencia, uno de los más importantes «de cuantos se conceden en el ámbito jurídico y social de nuestro país, como subrayó la presidenta del consejo General de la Abogacía Española», Victoria Ortega , encargada de glosar la figura de Garrigues Walker. Recogió el galardón de manos del presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González , ante una mesa en la que se encontraban, entre otros, la ministra de Justicia, Dolores Delgado , y el presidente del Jurado, Landelino Lavilla , y frente a un público muy numeroso que abarrotó el salón central del Casino de Madrid, en el que no faltaron destacados representantes del ámbito político, empresarial y sobre todo jurídico.

De Unamuno a Allen

El premio del Grupo Pelayo a Garrigues Walker fue un reconocimiento al jurista, pero sobre todo al homo universalis, al hombre de espíritu universal, intensamente preocupado por el fenómeno de la globalización, asesor de gobiernos —entre ellos los de EE.UU. y Japón, aparte del de España—, participante y dinamizador de la vida política, empresarial social y cultural. «Polifacético intelectual, genial practicante de las artes y las letras... un erudito» , como le describió Boada. Y el galardonado no defraudó, dirigiendo a quienes se habían reunido en su honor unas palabras improvisadas en las que —amén de reflexionar sobre el aquí y el ahora— citó de seguido a Miguel de Unamuno y a Woody Allen tras un chiste de parejas intercambiadas que se encuentran a las puertas de un hotel. Al término, por las esquinas de la ceremonia se comentaba que un discurso inteligente siempre funciona.

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