Fracaso de una huelga política sólo para convencidos

El consumo eléctrico cayó solo un 5,4% y el paro apenas afectó a sectores empresariales

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Imagen de ayer de la estación de Cercanías de Sants Jaime García

La imagen era paradójica ayer en Barcelona : los mismos manifestantes independentistas que campaban por el centro de la ciudad celebrando el supuesto éxito del «paro de país» buscaban locales en los que poder avituallarse, comer o ir al servicio. Al mediodía, decenas de independentistas llegados en las llamadas «Marxes per la Llibertat» paseaban por el centro comercial L’Illa Diagonal.

Como se preveía, la huelga general convocada por los sindicatos independentistas Intersindical CSC, liderado por el condenado por terrorismo y fundador de Época Carles Sastre, e IAC tuvo poco de huelga y mucho de bloqueo de las comunicaciones. Hubo cortes en carreteras repartidos por todo el territorio , conseguidos en algunos casos por grupos que no superaban la cincuentena de personas. No ocurrió lo mismo en la capital catalana, donde el bloqueo no fue tan caótico como se anunciaba. Los ciudadanos, en cualquier caso, se habían preparado para bloqueos complicados y mucha gente que no secundó la huelga acudió a trabajar con más antelación ; los servicios mínimos de transporte funcionaron sin problemas.

El Ayuntamiento de Barcelona estima que el tráfico rodado cayó ayer un 70 por ciento en la ciudad, pero no se registraron grandes embotellamientos. Los piquetes tampoco arremetieron contra las tiendas que subieron la persiana. La huelga parecía olvidada en la calle. Otro ejemplo se vio en la Sagrada Familia . El colectivo «Picnic x República» convocó una concentración a las puertas del templo. Pasadas las nueve de la mañana, con las tiendas de los alrededores funcionando con normalidad, parecía un día como cualquier otro en la basílica de Antoni Gaudí , pero a partir de las once, la manifestación, que congregó a unas 4.000 personas según la Guardia Urbana , consiguió su objetivo: bloquear los accesos de la basílica y obligarle a echar el cierre.

Paro ideológico

Fue uno de los grandes éxitos de la jornada de una huelga política impulsada por un sindicato independentista, bendecida por los partidos afines y camuflada bajo una supuesta reivindicación laboral de la que no hubo ni rastro: era más fácil encontrar ayer un taxi en el centro de Barcelona que una pancarta a favor de un salario digno .

En este sentido, la patronal Fomento del Trabajo confirmó en un comunicado que el paro apenas había producido afectación en la mayoría de los sectores empresariales y que la huelga sólo se había plasmado en la movilidad. Además de tildar de «ilegal»la huelga, incidió en que el seguimiento fue menor que el registrado en la huelga del 3 de octubre de 2017, dos días después del 1-O . La Generalitat, por su parte, cifró la incidencia de paro en el comercio catalán entre el 60 y el 80 por ciento. La asociación comercial Barcelona Oberta detectó un seguimiento desigual en la capital catalana: más importante en el centro, muy menor en el resto de ejes. Según Red Eléctrica, el consumo de electricidad, el termómetro más fiable para calibrar el éxito de una huelga, cayó un 5,4 por ciento, la mitad del descenso del 11,6% que se produjo durante el 3 de octubre de 2017. En la industria el impacto fue anecdótico, y las únicas afectaciones se produjeron por las dificultades de acceso a los polígonos.

Tampoco sufrieron excesivamente la estación de Sants o el aeropuerto de Barcelona, infraestructuras sobre las que se temía que se centraran los actos de los más radicales. En El Prat , por ejemplo, la incertidumbre hizo que los pasajeros anticiparan su llegada. Algunos incluso durmieron en las terminales y los controles de acceso sufrieron algunas colas, pero no por los colapsos, sino por la gran antelación con la que llegaron muchos. Sólo 58 vuelos se vieron afectados por cancelaciones.

La huelga, eso sí, consiguió vaciar las universidades, que registraron un seguimiento del 90 por ciento, y dejaron a institutos y escuelas a medio gas. No tuvo, por el contrario, el seguimiento esperado en la sanidad y la función pública, donde obtuvo un seguimiento del 20 por ciento y 35 por ciento, respectivamente. Centros concertados como el Clínic de Barcelona mantuvieron, en general, operaciones y consultas programadas sin alterar la agenda y apenas hubo afectación. «Me han atendido sin problema. No he tenido que esperar apenas. Ni me había enterado que hoy había un paro convocado», apuntaba Louise, una joven portuguesa, a este diario al abandonar el centro. Montse, que tenía cita por la mañana con su digestólogo en el mismo hospital, también ha sido visitada sin ningún tipo de incidencias. «Incluso he salido antes que otros días», precisó.

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