Finaliza sin éxito una nueva búsqueda de la desaparecida que se dejó la televisión encendida

El rastro de Manuela Chavero se perdió en julio del año 2016 y el operativo se ha reabierto recientemente

La desaparecida Manuela Chavero ABC

S.E.

El nuevo operativo de búsqueda de Manuela Chavero, vecina de Monesterio (Badajoz), desaparecida en julio de 2016, ha concluido este miércoles sin resultados en cuanto a su localización, aunque "se han discriminado nuevos sectores que quedaban de finalizar".

Así lo ha indicado el portavoz de la Fundación QSD Global , José Ángel Sánchez, que ha comparecido este mediodía en el Ayuntamiento de Monesterio junto a la hermana de Manuela, Emilia Chavero, y el alcalde, Antonio Garrote.

En esta búsqueda, realizada desde primera hora de la mañana en una zona de arroyo han participado 22 efectivos especializados junto a una patrulla del cuartel de la Guardia Civil de Monesterio y el Centro Nacional de Desaparecidos.

Para los trabajos se han utilizado un dron de la asociación Airdrone y una cámara subacuática para baja o nula visibilidad, utilizada en una zona de arroyos.

Desaparición sospechosa

Cuando entraron en el piso de Manuela Chavero la televisión estaba encendida, pero no había nadie viéndola. La lamparita del salón alumbraba la estancia y los pantalones que Manoli había llevado el día anterior estaban sobre la cama. Fue todo el rastro que dejó, y de ello hace más de un mes.

La voz de alarma sobre la desaparición de la mujer de 42 años, vecina de Monesterio (Badajoz), se dio el martes 5 de julio del año 2016. La noche anterior había estado con una amiga conversando en el parque. La dejó en casa sobre medianoche y volvió a su apartamento. La vivienda estaba «como en un día normal», contó entonces su hermano José Carlos a ABC. «Pero esa noche no la pasó en casa».

La puerta no estaba forzada y su teléfono móvil estaba en la cocina: última conexión 1.55 horas. Este detalle les lleva a pensar , junto al estado de la casa, que desapareció a medianoche, seguramente en pijama. «Su ropa estaba sobre la cama, solo faltaban unas chanclas, y quizá un pantalón de pijama».

Sus dos hijos de 14 y 6 años, que habitualmente vivían con ella, se encontraban en ese momento veraneando con su padre, a quien le correspondía la primera quincena de julio según había acordado el matrimonio separado y en proceso de divorcio . La familia más cercana descartó que se fuera por su propia voluntad. «Nunca se hubiera ido, sus hijos son lo que más adora», dijo su hermano.

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