Exdiputados estudian crear un fondo solidario de ayuda a compañeros en apuros económicos
Problemas psicológicos acechan a los parlamentarios cuando abandonan el cargo
Mucho se habla de los privilegios que reciben los parlamentarios desde que ponen el pie en el Congreso de los Diputados o el Senado. El salario mensual, desplazamientos pagados, tratamiento protocolario , asistencia no obligatoria a los plenos, herramientas como Ipad o Iphone, asistentes… Sin embargo, poco se medita sobre el primer día de aquellos que se «caen» de las listas y pierden su condición de «señoría». Y en la actual legislatura, cerca de un centenar de diputados dejarán de serlo por la renovación que han forzado Podemos y Ciudadan.
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«Pasas de estar en un mundo en el que se dirigen los destinos de 46 millones de españoles a través de las leyes a que nadie se acuerde de ti para nada . Menos del 1% de la gente te sigue llamando después», explica el exparlamentario socialista y secretario de la asociación de exdiputados y exsenadores, Fernando Sanz.
Tomar pastillas
En este regreso a la vida del ciudadano de a pie, la vida que curiosamente han llevado los diputados y senadores la mayor parte de su existencia, acechan los problemas psicológicos y económicos. « Sé que muchos acaban tomando pastillas o yendo al psicólogo para superar el golpe psicológico de perder este estatus. La ansiedad y la depresión son relativamente frecuentes, pero creo que es lógico. Le puede pasar a cualquiera que de un día para otro pierde su trabajo y tiene que cambiar el compás de su vida. Es cuestión de volver a encontrarle el encanto a ser un ciudadano normal. Pero no sucede solo a los diputados. A cualquiera que llega a alto cargo y luego deja de serlo de repente le pasa por lo mismo», subraya un diputado de PP. «Psicológicamente se pasa mal. A muchos compañeros les cuesta volver a encontrar su puesto en la vida. Ser diputado o senador implica un reconocimiento y un estatus que muchos no quieren perder. Son esos de los que decimos que «se agarran al escaño». Si no tienes claro que ser parlamentario es un accidente maravilloso en tu vida, pero solo un accidente, después te cuesta mucho esfuerzo volver a la vida normal, pero siempre se supera», señala Sanz.
Un rincón privado
La asociación de exdiputados y exsenadores, creada hace ahora 19 años, intenta compensar este vacío. Cuando acaba la legislatura, envía una carta a los exparlamentarios para que conozcan lo que ofrecen. « Básicamente, un espacio donde pueden seguir hablando con otros colegas y no renunciar a ese rincón de su vida», explica el secretario general de la asociación. También intentan asesorarles «a nivel de amigos» en este camino, ya que la cuota anual de 50 euros no permite una gran infraestructura y no hay ayudas públicas ni privadas.
Desahucios
El desacople psicológico no es el único riesgo. En una economía aún tocada y donde la clase política no goza de gran reputación, los problemas económicos también hacen acto de presencia.
Cada vez son menos los diputados o senadores que viven de la política, ya que los partidos se esfuerzan por situar en el Congreso y el Senado a personas que tienen su vida laboral resuelta, con un puesto en una empresa o una plaza pública adonde pueden regresar, pero aun así en cada legislatura siguen llegando a las Cámaras parlamentarios dedicados exclusivamente a la política. «Encontrar trabajo después no es fácil si no has hecho otra cosa. Por un lado, estás marcado políticamente; y por otro, tampoco tienes experiencia específica», explica un senador del PP.
Una caja de «resistencia»
Para paliar todas estas situaciones, la asociación de exdiputados está estudiando la creación de un Fondo de Solidaridad para ayudar a diputados. Si el Fondo se pudiera orquestar se sometería a la aprobación de la Asamblea General Ordinaria que se celebrará en abril y, de aceptarse, se pondría después en marcha. «Es un tema complejo, porque no hay subvenciones. Sería completamente autofinanciado y se usaría para problemas puntuales, bien a fondo perdido o como adelanto para ayudar en casos sangrantes», remacha Sanz.
Esta asociación ha recibido varias peticiones de ayuda cada año desde el inicio de la crisis. Algunos casos por amenaza de desahucios, en otros por baja cuantía de la pensiones. Son una minoría pero existen. «Los diputados y senadores sufren la crisis igual que cualquier otra persona. Los más veteranos tienen pensiones muy bajas de entre 500 y 800 euros y tienen hijos y nietos a cargo, por que no tienen trabajo», explica el secretario general de la asociación. «La idea sería parecida a la caja de resistencia de los sindicatos», señala.
¿Cómo evitar los problemas del retorno a la vida de a pie? Según Sanz, la limitación de la vida parlamentaria a dos legislaturas sería una medida importante. «Así evitarían creer que el escaño es suyo», subraya.