Estefanía Molina: «Sánchez ha gobernado por decreto por su incapacidad de dialogar»
La periodista y politóloga analiza en su nuevo libro los cinco años que han sacudido la política española y han estado protagonizados por el enfado, el marketing electoral y la pérdida de institucionalidad
‘Berrinche’ según el diccionario es una «irritación grande que se manifiesta ostensiblemente, sobre todo la de los niños». Estefanía Molina (Igualada, 1991) ha resumido en el título de su libro ‘El Berrinche político. 2015-2020’ los acontecimentos que han marcado la política española en los últimos cinco años, y no son pocos.
Cuando este año se ha cumplido 10 años del 15-M, el movimiento protesta que cambió el tablero político, el libro de esta periodista y politóloga sirve para analizar cuáles han sido las consecuencias de esas protestas y cuáles de esas demandas no solo no se han cumplido, sino que han multiplicado la polarización, la bronca y el malestar ciudadano con la clase política.
-Vemos a los políticos de berrinche en berrinche, que es el enfado que se cogen los niños…¿Es nuestra clase política un conjunto de adultos que se comportan como niños?
Totalmente. Creo que parte de esa infantilización tienen que ver con la realidad virtual en la que han convertido la política en un juego, como los niños con los videojuegos. Las formas de obtener poder con la sondeocracia, el uso de las redes virtuales, el marketing… ha capturado la esencia de la política que es llegar a acuerdos, hacer leyes.
Nuestros gobernantes no han sido conscientes que más allá de los juegos políticos y las estrategias había un ciudadano esperando cambios en su vida, y esa era la ilusión del año 2015, que todo cambiara.
El bucle de repeticiones electorales y unos liderazgos muy cesaristas quemó a los nuevos partidos y tuvieron mucha prisa por lograr el poder
-La importancia del marketing y de los gurús de la comunicación. Escribe que la obsesión por el márquetin y la sondeocracia han sido parte causante de la inestabilidad del sistema.
El periodo al que yo llamo de la ‘Gran Campaña’ (el periodo de todas las repeticiones electorales) se ha caracterizado por tirar de sondeos para intentar maximizar estas cotas de poder. Intentar maximizar la obtención de poder. Pero a veces, la probeta del laboratorio no es mágica y hemos visto golpes de efecto que nada tenía que ver con las encuetas. La convocatoria de elecciones por parte de Isabel Díaz Ayuso rompió todos los sondeos. Cuando Pedro Sánchez planteó la moción de censura le salió bien, todo lo contrario que a Albert Rivera.
-Habla de Rivera, fundador uno de los ‘nuevos partidos’, junto con Podemos, que explotaron en 2015 para captar esas sensaciones de frustración de la ciudadanía y poner fin al bipartidismo,. Ahora ambos partidos están como están y como escribe en el libro hemos llegado a una etapa de bibloquismo. ¿De que han servido?
La función principal de los ‘nuevos partidos’ ha sido obligar a los ‘viejos’ a moverse. Sin la eclosión de Podemos y Cs, ni el Partido Popular ni el PSOE se hubieran movido ya que llevaban más de tres décadas turnándose en el poder.
Pero el bucle de repeticiones electorales y unos liderazgos muy cesaristas quemó a los nuevos partidos y tuvieron mucha prisa por lograr el poder. Hemos pasado de la ilusión del multipartidismo con pactos transversales a un bibloquismo, porque los nuevos partidos no sumieron su rol de entrada a las instituciones como acuerdos cruzados y los viejos partidos no han apostado por una ‘gran coalición’, sino que solo se paran a hablar con su bloque.
La certeza que tenemos hoy es que los viejos partidos le han ganado la batalla a los nuevos, pero hay que tener en cuenta la gran capacidad de nuestro sistema de crear nuevos partidos: Vox en 2018, ahora Más País.
«Tras el 4-M, el PP ha logrado una fortaleza enorme. Ha reunificado el centroderecha, que se vio primero por el hundimiento de Ciudadanos»
-Con la aparición de nuevos partidos parecía que la clase política tenía que ser más dialogante para llegar a acuerdos, pero el Congreso está más polarizado que nunca.
En el año 2015 había una ilusión de que una cámara más fragmentada obligaría al gobierno a bajar más a la arena y consensuar apoyos. Esta búsqueda de apoyos ha dependido de los perfiles. Mariano Rajoy buscó el apoyo del PSOE para el 155. Pero Sánchez ha utilizado la fragmentación en el Congreso para el uso de formas mayoritarios de Gobierno como la utilización del Decreto Ley, que al final reduce la democracia a algo mayoritario. Uno de los berrinches se ha visto esta semana con la anulación del Decreto Ley sobre el CNI e Iglesias.
Hay una correlación entre la ingobernabilidad y el uso del decreto ley (el instrumento más autoritario), y eso Sánchez lo ha explotado y los partidos han aceptado ese chantaje al ver una oportunidad para sacar algo a cambio (ERC por ejemplo, para sacar una mesa de diálogo), o por temor a ciertos titulares. Sánchez ha gobernado por decreto, por lo que desvirtúa el Congreso.
-En febrero el Partido Popular atravesaba uno de sus peores momentos. Ahora, tras el 4-M está eufórico.
Tras el 4-M, el PP ha logrado una fortaleza enorme. Ha reunificado el centroderecha, que se vio primero por el hundimiento de Ciudadanos, después por la vía orgánica con el paso de cargos del partido naranja, como Hervías o Cantó, al PP y finalmente por la vía de las urnas. Esa reunificación se ha visto en Madrid, se va a replicar en Murcia, Castilla y León y Andalucía. Esto hace que para Sánchez unas futuras elecciones generales sean verdaderamente peligrosas porque en el momento en el que ya no hay tres opciones a la derecha, sino dos, ese bloque al que se tiene que enfrentar Sánchez se ha fortalecido.
Además, el PP está jugando una doble estrategia y se ha convertido en una especie de reino de Taifas. El PP de Ayuso nada tiene que ver con el de Feijóo. Tenemos un PP estatal con clara identificación con la nación y un PP regional donde cada barón está adaptando su discurso a cada territorio, un PP muy regionalista, lo cual maximiza sus opciones de llegar a la Moncloa.
- ¿Ha sido el gran berrinche en la política española?
Ha sido la gran pataleta. En la ciudadanía catalana hay una generación de jóvenes que han crecido en el marco del ‘procés’ y no recuerdan a la Cataluña de gobiernos de reivindicación autonómica con Convergencia, el tripartito etc. Esta generación solo se ha socializado en la época del ‘procés’ y eso ha cristalizado en un conflicto latente. aunque el encarcelamiento de los líderes independentistas ha puesto fin a la deriva unilateralista esta generación es más susceptible de reactivar ese anhelo de independencia, a través de estallidos de frustración y nihilismo.