Juan Fernández-Miranda
¡En este caso es verdad!
En la mañana del 20 de diciembre de 1973 estaba previsto el comienzo del juicio por el proceso 1001 contra los sindicalistas de Comisiones Obreras. En los pasillos del Tribunal del Orden Público (TOP), los abogados defensores deambulaban preocupados ante la posibilidad de que el atentado de Carrero desencadenara una reacción violenta del régimen:
-Pues la toga no sería una mala mortaja -bromeó José María Gil Robles ante Fernando Álvarez de Miranda , ambos letrados de los acusados.
Por fortuna, el Gobierno en funciones supo controlar a quienes reclamaban la violencia -el dolor no turbó la serenidad- y don Fernando disfrutó de una larga vida en la que ocupó destacados puestos políticos y realizó grandes servicios a la democracia española, además de a la Corona.
Le gustaba aclarar que era monárquico, pero no cortesano. El día que conoció a Don Felipe , siendo este aún un niño, fue Don Juan Carlos quien les presentó:
-Escucha, Felipe, este señor que está aquí es una persona muy leal a la Casa, un monárquico fiel desde la época de tu abuelo.
-Papá, eso es lo que dices de todas las visitas -respondió con desparpajo el joven Príncipe ante la carcajada de ambos.
-¡Pero en este caso es verdad! -zanjó el Rey.
Álvarez de Miranda me contó estas anécdotas hace algo más de un año, cuando mantuvimos una última conversación sobre la actualidad política. Estaba preocupado por el crecimiento del populismo, pero eso no le impedía detectar los errores cometidos: «La democracia no es democracia si no tiene controles democráticos, porque la naturaleza humana tiene una tendencia en muchos casos al abuso de poder». «Nos ha faltado el cumplimiento de esos controles», insistió, antes de destacar una de las principales virtudes de la clase política de la Transición: «La honestidad en el desempeño de la función pública, a todos los niveles». Lo decía una persona que fue antifranquista con Franco vivo -y no cuarenta años después-, que vivió un destierro en Fuerteventura y que tuvo el coraje de defender ante el TOP a los acusados del 1001. También fue el primer presidente del Congreso y Defensor del Pueblo, pero por encima de todo fue un demócrata. Descanse en paz.
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