Homenaje a las víctimas del coronavirus

El Rey: «Este acto no puede reparar el dolor de muchas familias»

La Familia Real preside el homenaje de Estado a las víctimas del Covid-19

El Rey y la Princesa de Asturias depositan una rosa blanca junto al pebetero en recuerdo de las víctimas Casa del Rey

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«No están solos en su dolor; es un dolor que compartimos», ha afirmado el Rey en la mañana de este jueves en el homenaje de Estado a las víctimas del Covid-19 , que ha presidido en el patio de la Armería del Palacio Real, acompañado por la Reina, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía . Al acto civil han asistido las altas autoridades del Estado, el Gobierno en pleno y los presidentes de las 17 comunidades autónomas , incluido Quim Torra, algo que no sucedía desde la proclamación de Don Felipe, en junio de 2014.

Don Felipe ha recordado que la mayoría de las víctimas son «personas de edad avanzada que dedicaron sus vidas a trabajar duro para salir adelante y con una gran ilusión por alcanzar el progreso para sus hijos». Añadió que sus vidas «cambiaron el rumbo de nuestra historia, afirmaron la libertad y la tolerancia y construyeron día a día el edificio de nuestra convivencia democrática. Unas vidas cuya vocación de concordia nos invita siempre a la reflexión serena y al agradecimiento».

El Rey saluda a los presidentes autonómicos EP

El Rey advirtió que «este acto no puede reparar el dolor de muchas familias por no haber podido estar a su lado en sus últimas horas; ni mucho menos atenuar la tristeza por su ausencia; pero sí hacer justicia a su vida, a su contribución a nuestra sociedad, a su memoria».

Tras recordar las víctimas, el Jefe del Estado rindió homenaje a quienes combatieron la pandemia , «a miles de ciudadanos que han puesto su esfuerzo y su trabajo al servicio del bien común». El Rey recordó a quienes se entregaron a los demás «sin reservas, aun poniendo en riesgo la propia vida». «Son conductas de ciudadanos que han hecho mucho más que cumplir con su deber».

«A esas personas les debemos mucho más de lo que podamos imaginar: han salvado muchas vidas; les debemos nuestra salud, nuestra seguridad… y los servicios más esenciales para la vida cotidiana. Porque son ellas las que, en condiciones tan difíciles, han sostenido el pulso de nuestro país», agregó

Sentimientos lógicos de temor

«Ha sido difícil, muy difícil», afirmó, «porque a esa situación se han sumado sentimientos lógicos de temor, de miedo por la salud de familiares y amigos, de preocupación por el empleo; de cansancio, de abatimiento... de incertidumbre». Y, sin embargo, agregó, «nuestra sociedad ha dado en estos meses una lección de inmenso valor; España ha demostrado su mejor espíritu».

Según el Rey, «nos hemos dado un ejemplo, una vez más en nuestra historia, de civismo, de madurez, de resistencia, de compromiso con los demás». Don Felipe insistió en que «hemos contraído una obligación moral y un deber cívico: la obligación moral de reconocer, respetar y recordar siempre la dignidad de los fallecidos y especialmente el espíritu de esa generación admirable de españoles; y el deber cívico de preservar e impulsar los mejores valores que fundamentan nuestra convivencia».

El Monarca instó a poner «unidos toda nuestra voluntad, nuestra capacidad, todo nuestro saber, todo nuestro esfuerzo y empeño para poder mirar hacia el futuro con confianza y con esperanza« y añadió que »la responsabilidad, la fuerza moral, la determinación frente a la adversidad y el espíritu de superación del pueblo español nos muestran el camino a seguir para afrontar y vencer las dificultades. Las superaremos«.

Cuando Don Felipe terminó sus palabras, se oyeron aplausos y «vivas» al Rey, procedentes del público que se encontraba en la calle Bailén , fuera de la plaza de La Armería.

En la memoria de España

En el acto también han intervenido el hermano del periodista José María Calleja, fallecido por Covid, y una enfermera del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona. Hernando Fernández Calleja recordó, entre otras, las muertes de Lucía Bosé, Enrique Múgica, Alfonso Cortina y de su propio hermano, José María. «Creo que mi dolor se parece al dolor de todos y cada uno de los familiares de las víctimas», afirmó. "No vamos a olvidar a ninguno de los que perdieron la vida en este doloroso momento de nuestra historia. La memoria es un deber. Es el mejor homenaje que podemos hacerles: mantenernos unidos en su recuerdo y construir juntos el país que ellos habrían querido compartir".

"Hoy, simbólicamente, nos despedimos de madres, padres, hijos, hermanos, amigos. Tomamos sus manos, acariciamos sus mejillas, besamos su frente, registramos en el corazón su mirada. Descansen en paz y queden en la memoria de todos. En la memoria de España".

«Ojalá nada de esto hubiera ocurrido»

La enfermera del Hospital Valle de Hebrón, Aroa López , afirmó: «Ojalá nada de esto hubiera ocurrido, ojalá yo no estuviera aquí pronunciando estas palabras, pero es un inmenso honor hablar en nombre de mis compañeros». "Hemos dado todo lo que teníamos. Hemos trabajado al límite de nuestras fuerzas. Y hemos vuelto a entender, quizás mejor que nunca, por qué elegimos esta profesión: cuidar y salvar vidas. Aunque muchos compañeros tuvieron que dar su propia vida para ello", añadió.

"Hemos sido mensajeros del último adiós para personas mayores que morían solas, escuchando la voz de sus hijos a través de un teléfono. Hemos hecho vídeollamadas, hemos dado la mano, y nos hemos tenido que tragar las lágrimas cuando alguien nos decía: “no me dejes morir solo”". "Hemos vivido situaciones que te dañan el alma. Porque quién había detrás de los EPIS no eran héroes: éramos personas, que se alejaban de sus familias para protegerlas de un posible contagio. Personas que salíamos del hospital cargadas con todas esas emociones, y que regresábamos a nuestro trabajo desde la soledad y el agotamiento, un día más".

La enfermera recordó cómo tenían que transmitir fuerzas y ánimo "a través de los ojos, de las miradas, porque era la única parte del cuerpo que nos quedaba visible" y agradeció los aplausos de las ocho de la tarde. "Quiero agradecer, de corazón, aquellos aplausos que nos dedicaba la ciudadanía. Y quiero pedir, también de corazón, que no se olviden de aquello".

La ceremonia siguió con una ofrenda floral, que abrieron el Rey y la Princesa de Asturias, depositando dos rosas blancas junto al pebetero instalado en el centro de la plaza de la Armería, en recuerdo de las víctimas. Le siguieron el resto de invitados, las autoridades y los representantes de la sociedad civil. Tras el discurso del Rey, el actor José Sacristán leyó el poema «Silencio» de Octavio Paz, se guardó un minuto de silencio y finalizó la ceremonia.

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