Sergio Fidalgo - TRIBUNA ABIERTA
Hay esperanza
En Cataluña nada es lo que parece. El gobierno autonómico ha pasado a ser un organismo sectario que ignora a la mayoría de los ciudadanos. Los medios de comunicación de la Generalitat, que deberían ser un servicio público, se han transformado en pura propaganda . Y un juicio por un presunto delito de desobediencia lo han convertido, gracias a la manipulación secesionista, en una ofensa a toda la población de esta comunidad autónoma.
Aunque los que nos declaramos defensores de la buena convivencia entre todos los catalanes, y entre los catalanes y el resto de españoles, ya estamos curados de espantos y poca cosa nos sorprende de la maquinaria de propaganda separatista, el tratamiento mediático que ha recibido el juicio a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau es digno de estudio. Y lo es porque es un síntoma más de la deriva que azota a los partidos independentistas.
Han jugado fuerte para que la escenografía fuera perfecta, y para que Artur Mas se convirtiera en el mártir que no es. Los continuos llamamientos, ampliamente difundidos por los medios de comunicación que dominan, tanto públicos como privados, para que los funcionarios pidieran fiesta e hicieran de claca a los encausados en el juicio del 9-N, demostraron que aunque no tengan razón siguen dominando el mapa de la prensa en Cataluña.
Entrevistas masaje, reportajes con tono de «reality» dramático con el entorno familiar de Mas, opinadores a sueldo clamando por la injusticia de la acción judicial, informativos que repetían consignas para que la multitud fuera tan inmensa que los encausados no pudieran entrar en el edificio de los tribunales… Todo valía para conseguir su objetivo. Y fracasaron. No abarrotaron la avenida que rodea la Audiencia, y no consiguieron transmitir una sensación de unanimidad como pretendían. Dominan los medios de comunicación, pero no los corazones de los catalanes. Hay esperanza.