Juan Fernández-Miranda

Emiliano Revilla: Abrazos en el aire

Juan Fernández-Miranda

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La noche que una becaria encontró a Emiliano Revilla es uno de los días felices de nuestra vida en común. También el día siguiente, cuando vimos al empresario secuestrado por ETA durante 249 días saludando desde su balcón y dando abrazos en el aire, abrazos de libertad, júbilo y agradecimiento. Sonaban los cláxones en la calle Cea Bermúdez de Madrid.

Aquel fue uno de esos momentos en los que es fácil recordar dónde estaba uno al enterarse, como el sábado que ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco, o el día que el yihadismo derribó las Torres Gemelas, o cuando aquellos trenes estallaron en Atocha. O el día en que el Rey compareció en televisión para anunciar que el golpe de estado había fracasado. Son días inolvidables para la memoria colectiva, pero días que cada uno recuerda a su manera, porque la memoria no puede ser sino individual. Pero el olvido sí puede ser colectivo, y esa puede ser la peor de las pesadillas.

La noche que una becaria encontró a Emiliano Revilla es hoy una película. Una emocionante, generosa, sobria y oportuna película. Han pasado tres décadas, y muchos ciudadanos no tenían entonces diez años. Quienes sí los teníamos podemos recordarlo, pero los más jóvenes en el mejor de los casos lo han leído, y probablemente no lo han hecho.

Han pasado tres décadas, y un joven cineasta que aquel día de los abrazos en el aire tenía poco más de diez años, Luis María Ferrández, se ha lanzado a relatar esa historia para el cine. Lo ha rodado con la distancia que le da su edad, con la generosidad del narrador que presta su talento a los protagonistas y con una sobria emoción en la que nada falta y nada sobra.

La noche que Emiliano Revilla se asomó a su balcón y agradeció a los periodistas el júbilo por su liberación dando aquellos emocionados abrazos en el aire es uno de los días felices de nuestra democracia. El día que ese joven se ha atrevido a contarlo es un ejemplo. Como también lo es «Patria», esa novela de época que Fernando Aramburu ha regalado este año a nuestra historia. Porque ETA ha sido derrotada, pero la batalla de la memoria debemos conquistarla cada uno de nosotros. Recordándolo, contándolo. Y ese nuevo campo de batalla, el de evitar el olvido, nos afecta a todos. Vayamos y contémoslo.

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