ANÁLISIS
Un ejemplo de compromiso y libertad
Regina Otaola fue alcaldesa de lizarza y es diputada de la Asamblea de Madrid
Son veiticinco años que han pasado como un suspiro. Los que conocimos a Gregorio Ordóñez y a los que nos convenció para aparcar el miedo y trabajar a cara descubierta por la libertad en el País Vasco recordamos todos y cada uno de los terribles momentos de aquellos tristes y descorazonados días. Él, con su ejemplo, nos mostró el camino a seguir para defender sin complejos la democracia en esa España aterrorizada por la banda asesina. Él, con su ejemplo, hizo que todos (militantes, concejales y simpatizantes del PP) arrinconáramos el miedo en pos de la libertad que se nos quería arrebatar. Gregorio era un político que escuchaba, que ayudaba a la gente a resolver problemas sin preguntar sus simpatías políticas. Era tesón, era trabajo incansable, era vida y muchas más cosas.
Cuánto se le ha echado de menos y cuánto se le sigue añorando. Ahora,si cabe, con más intensidad por la situación a la que nos están abocando Sánchez e Iglesias con nacionalistas independentistas y filoetarras. Quieren minar la libertad individual con el objetivo claro de que nos cansemos, de que desistamos y nos aborreguemos como sociedad civil. Creen que lo van a conseguir, pero no han calibrado la fuerza que tenemos para hacerles frente desde la legalidad como ocurrió en el País Vasco y en el resto de España. No hincamos la rodilla entonces y no la vamos a hincar ahora.
La Democracia no es una escultura a admirar, sino un sistema de vida a defender día a día sin miedo y con determinación. Como señalan Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, la «paradoja trágica de la sensa electoral hacia el autoritarismo es que los asesinos de la democracia utilizan sus propias instituciones de manera gradual, sutil e incluso legal para liquidarlas». Y añado: siempre en nombre de un pueblo en abstracto y silenciando al ciudadano comprometido con la libertad.
A Gregorio le debemos ese compromiso por una España democrática.