Un discurso que despeja pocas dudas

Si el objetivo del Secretario General del PSOE era persuadir al resto de grupos con un discurso de investidura vibrante y contundente, Pedro Sánchez estuvo lejos de conseguirlo. Asistimos a una larga intervención de más de hora y media en la que hubo tiempo para casi todo: mensajes apelando a su mano tendida para formar gobierno, reproches y ataques contra Mariano Rajoy, agradecimientos envenenados a Ciudadanos y una coletilla estratégicamente repetida una y otra vez para convertirse en titular (“Todo esto ese puede poner en marcha a partir de la próxima semana”).

Sánchez destripó minuciosamente el acuerdo de un hipotético Ejecutivo socialista con una larga lista de propuestas que no despertaron gran pasión entre los asistentes, a tenor de las caras y los gestos entre los diputados y el público del hemiciclo, tal y como han acreditado las redes sociales en las últimas horas. De hecho, uno de los momentos más álgidos fue cuando Sánchez anunció que estaba a punto de acabar, lo que generó un incesante murmullo de aprobación.

El candidato socialista fue sincero al reconocer que no tenía los apoyos suficientes para su investidura, por lo que asistimos al primer acto de la escenificación de una muerte anunciada, ya que salvo sorpresa mayúscula, Sánchez no será investido ni a la primera ni a la segunda y, por tanto, la incertidumbre seguirá siendo la protagonista durante las semanas siguientes. De cara a los próximos días sería de agradecer que sus señorías apuesten por la concreción en sus discursos.

Lo mejor: Sus apelaciones al consenso y su alejamiento del radicalismo.

Lo peor: La excesiva duración del discurso.

Nota: 5,5.

Daniel Ureña es socio-director de MAS Consulting.