Salvador Sostres

Después de tanto negarlo

Salvador Sostres

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Como ABC publicó en exclusiva el pasado 8 de octubre , Ciudadanos tenía acordado formar gobierno con el PSOE desde mucho antes de que se celebraran las elecciones. Con la doble estrategia de finiquitar al presidente Rajoy y de aprovechar la debilidad política e intelectual de Pedro Sánchez , Albert Rivera tenía el objetivo de preparar su asalto a La Moncloa, tras una legislatura corta, para dentro de dos años. Pero tras el gatillazo del 20 de diciembre, y de cosechar los socialistas su peor resultado desde la recuperación de la democracia, Sánchez ha tenido que practicar un cierto postureo con Podemos, lo mismo que Ciudadanos con el Partido Popular.

Cada formación política es perfectamente libre de pactar con quien estime conveniente, pero sobre todo si te presentas a las elecciones con la bandera de la transparencia y la honradez, es como mínimo cínico, y seguramente cosas peores, tener una alianza perfectamente estudiada y acordada, y escondérselo a tus votantes con la pantomima de la equidistancia, y mintiendo sin rubor jurando que en modo alguno C's apoyaría la investidura de ningún candidato que no fuera el suyo.

Resulta también escandalosa la doble vara de medir de los naranjas: acusar al PP corrupto y pactar con el PSOE de los ERE de Andalucía , que es el más grave y cuantioso caso de corrupción de la historia reciente de España, es un ejemplo del poco compromiso que Albert Rivera y su partido mantienen con los valores y las actitudes que tanto exigen a los demás, y de las que tan falsariamente presumen.

Los socialistas y Ciudadanos podrán presionar al PP con su pacto, para que facilite la investidura de Pedro Sánchez, absteniéndose o votándola, pero por mucho dinero que algunos empresarios del Íbex estén gastando en apoyar a Rivera, y por mucho que el PSOE agite el espantajo de la corrupción contra Mariano Rajoy, como si no fueran ellos el partido más corrupto de España, van a tener difícil contar con la complicidad del PP después de haberle insultado -Pedro Sánchez- y de haberle utilizado -Rivera- para hacer ver lo que era evidente, y es que tenía pactada una estrategia con el propósito político de marginarle.

El presidente Rajoy ha dicho que no cederá y que lo más probable es que haya nuevas elecciones, en la confianza de que cese el goteo de detenciones a cargos y excargos públicos de su partido. La idea de Rajoy no es que unas nuevas elecciones le den mucho más que en diciembre, sino que un PSOE todavía más debilitado, y probablemente sin Pedro Sánchez, no tenga más remedio que asumir la gran coalición, amenazado o incluso superado por Podemos. Éstas son las cartas y el juego parece bastante claro. Como pudimos aprender en Cataluña, hay tiempo hasta el último minuto y puede pasar cualquier cosa en este mundo nuestro, inconsistente y tan frágil.

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