La desesperación de los que trabajan con los MENAS
Van a reunirse con el Defensor del Pueblo. Son trabajadores del Centro Hortaleza de Madrid. "A ver...
Van a reunirse con el Defensor del Pueblo. Son trabajadores del Centro Hortaleza de Madrid. "A ver si nos puede ayudar, porque estamos desesperados. 100 menores no pueden colapsar el sistema de protección a la infancia", afirma José Santos, delegado de salud laboral. Estrés, bajas laborales continuadas. Nadie quiere trabajar allí. Los vecinos denuncian la situación. "Salen, se drogan entre los coches... La gente tiene miedo". "Estamos hartos de protestar, de que están hacinados, que duermen en los pasillos. Y unos se pasan la pelota a los otros". "Lo que estamos reclamando es una solución defitiniva de la situación que se está viviendo aquí", pide Javier Prieto, coordinador de Política Social del CSIF. "Porque habíamos tenido problemas, agresiones, pero ya traspasar esta barrera...", relata Laura Lafuente, educadora del centro. Una paliza brutal a uno de los vigilantes. Les han prohibido hablar, pero no quieren callarse. "Es habitual que muchas veces nos agredan. Yo muchas veces vengo con miedo y me voy amargado a casa. Alguna vez me ha tocado irme corriendo también, porque me persiguen exigiéndome que les dé dinero o lo que sea. Estamos hartos. Simplemente eso", comenta uno de ellos, al que ocultamos su identidad. "Conviven niñas también y ha habido tema de acoso a chavalas, agresiones entre ellos", apunta Laura Lafuente. La Comunidad de Madrid ha puesto más plazas, más medios, pero resulta aún insuficiente para atender a unos jóvenes, la inmensa mayoría, nada problemáticos. "Un pequeño grupo de menores no acompañados son los que generan esa distorsión en los centros y ya trabajamos de forma muy intensa con ellos", nos explica Alberto San Juan, director general de Familia y Menor de la Comunidad de Madrid. Un trabajo minucioso, individualizado, porque cada uno es un mundo. "Cogemos a un adolescente en estas circunstancias y trabajamos con él, tendremos la posibilidad de hacer de este chico algo positivo", indica San Juan. "Pero si le dejamos abandonado en la calle, será mucho peor para él y para la sociedad en general". Esta circunstancia se extiende por toda España, desde Andalucía. "Seguimos con la misma red de centro de menores que existían antes de que se diera el factor de la inmigración de menores", apunta Fernando López Rejón, representante de los trabajadores del centro Ángel Ganivet de Granada. Hasta el País Vasco, como Amorebieta. "Son niños criados en la calle, no pueden ser perfectos". Commentan comprensivos los vecinos, pero que no ocultan su cansancio. "Hay muchos problemas con ellos". "Sí, bastante conflictivos". Con episodios de enfrentamientos, como en Canet de Mar, en Barcelona. "Estamos hartos de que nos entren". Los profesionales piden que, al menos, las pruebas de edad sean inmediatas, porque más de la mitad son adultos y colapsan los centros.