El desánimo prende en el PSOE

Cada vez más voces dentro del partido piden que destierre los vetos

La pesadilla es que la alianza Podemos-IU les sobrepase en junio

S.E.

El que para muchos fue ayer el primer acto de precampaña, -la recepción oficial del Dos de Mayo ofrecida ayer en la Comunidad de Madrid- no contó con la presencia del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Tampoco con la de ningún otro miembro destacado del partido más allá de la líder de su federación madrileña, Sara Hernández, y del exministro Ángel Gabilondo, hoy jefe de la oposición en el Parlamento autonómico, que se declaró «partidario de no vetar a nadie» en la negociación de un futuro gobierno, en contra de lo que la dirección socialista ha hecho con el PP desde el pasado 20 de diciembre.

Gabilondo, cuyo nombre suena para ser «número tres» por Madrid, se negó a hablar de listas. «No hago listas», dijo. Y ahí quedó todo. Porque quien sí las hace, Pedro Sánchez, decidió este lunes, -a horas de que se extinguiera la legislatura exprés en la que intentó en falso ser presidente ayudado por una aparatosa estrategia mediática-, tomarse un día sin agenda pública. Lo hizo, quizás, para preparar la reunión de su Ejecutiva federal que esta misma mañana tiene previsto poner en marcha el Comité Electoral llamado a definir el camino hacia los comicios del 26 de junio, una misión que enfrenta un reto difícil: reactivar el ánimo de la militancia, en horas bajas tras el fracaso del «cambio» prometido.

«Nuestra gente está muy cansada y enfadada. Se crearon expectativas de que se iba a lograr el cambio de gobierno y al final, no se han cumplido. A ver ahora qué les decimos» decía un dirigente del PSOE citado ayer por Efe.

Un estudio demoscópico difundido el domingo por ABC avanzaba que, si las votaciones se hubieran producido ese día, el partido socialista habría aumentado su representación en el Congreso en cinco diputados, cuatro si Podemos e IU finalmente se suman. Y la pesadilla es que esa alianza supere al PSOE y se convierta en segunda fuerza en España, aunque de momento tienen esa meta muy lejos.

A la decepción por la no investidura se han sumado esta semana sucesivas contrariedades -por no hablar de un bombardeo constante a la figura de Pedro Sánchez- que en nada contribuyen a una recuperación del socialismo, ni visto desde dentro, ni desde fuera. A saber, el jueves Carme Chacón se apartaba de la primera línea del partido anunciando que no encabezará la lista por Barcelona debido a «motivos políticos». Su renuncia se hacía pública muy poco después de que la exdiputada de UPyD y ahora del PSOE, Irene Lozano, -una de las grandes apuestas de Sánchez el 20-D-, también diera a conocer que no seguirá.

Pero las sensaciones adversas en torno a Ferraz se agravaban el sábado , cuando la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, se felicitó por el fin de la «farsa», -en referencia a las recientes negociaciones-, y advirtió al secretario general que para gobernar, primero tiene que ganar. Y todo ello empeorado por la exigencia de la primera y la negativa del segundo a que el exdiputado Eduardo Madina -rival de Sánchez en las primarias de 2014 - escale puestos en las listas por Madrid para lograr escaño.

Ninguna encuesta augura resultados brillantes para el PSOE. Por lo que avanzan, el electorado no va a premiar la conducta de quien ha sido candidato a La Moncloa estos meses. Muy por el contrario, la alianza de Pedro Sánchez con Ciudadanos va a pasar factura , y puede que también el «postureo» con el que ha revestido toda su actuación, amén de otros elementos, como el veto interpuesto al PP o, para otros, la tolerancia que ha tenido frente a las humillaciones a que le sometía Podemos a través de Pablo Iglesias.

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