La curia catalana, años agitando el «procés» desde el púlpito
Los obispos catalanes visitaron en noviembre a todos los dirigentes secesionistas presos
Desde los años de la lucha antifranquista la Iglesia catalana ha dado cobijo y amparo a movimientos políticos que la han consolidado como un elemento más del que se ha valido el catalanismo, primero, y el independentismo, después, para dar una pátina de autoridad moral a sus reivindicaciones nacionalistas.
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La Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) de Jordi Pujol se fundó en 1974 en el monasterio de Montserrat . Ese fue también el refugio en el que sobrevivió el catalanismo durante la dictadura y hasta allí se ha desplazado esta semana el presidente de la Generalitat, Quim Torra, para evadirse de las polémicas que lo acechan. En el monasterio benedictino, Torra aprovechó para ayunar en solidaridad con los dirigentes independentistas que llevan más de una semana en «huelga de hambre» en la cárcel de Lledoners.
Ayuno y vigilia de Torra
La iniciativa del «president» entronca con la propuesta de «ayunar y hacer vigilia» por los presos lanzada la semana pasada por varios clérigos catalanes. La idea contó con el respaldo del obispo de Solsona (Lérida), Xavier Novell (49 años), uno de los prohombres del nacionalismo independentista que, con una intensidad oscilante, domina la curia catalana desde hace años. Los manifiestos firmados por cientos de sacerdotes a favor del «procés» han sido constantes en los últimos años. Asimismo, esta semana se conocía que varios obispos del principado han visitado a los dirigentes secesionistas encarcelados por su implicación en la organización del referéndum ilegal del 1-O.
Entre quienes más han defendido el independentismo desde su púlpito está el citado Novell, quien votó en el 1-O después de pronunciarse en repetidas ocasiones a favor de la causa que capitanea Puigdemont desde Bélgica. Fuentes eclesiásticas conocedoras de las interioridades políticas de la curia catalana consultadas por ABC señalan que el prelado representa la «punta de lanza» de un nacionalismo eclesial que empezó con la campaña «volem bisbes catalans» ( queremos obispos catalanes ) en los sesenta y que tocó techo en los ochenta, cuando la iglesia catalana estaba -casi- alineada con los postulados de Pujol. «Más que fricciones, la cuestión de la independencia genera incomodidad entre los obispos», señalan estas mismas fuentes. No obstante, los pronunciamientos públicos de los obispos han ido siempre en la línea de defender, con más o menos contundencia, las tesis separatistas, o al menos, un diálogo sincero entre Estado y Generalitat.
En los días previos al 1-O la Conferencia Episcopal Tarraconense -órgano que agrupa todas las diócesis catalanas- pidió «rezar por Cataluña» y ofreció la ayuda de los obispos. Tras el 1-O Novell fue un paso más allá, criticó la actuación de policías y guardias civiles y reivindicó la consulta ilegal. Ahora, los obispos cuestionan la «prisión preventiva» que cumplen dirigentes como Oriol Junqueras obviando que la cuestión independentista no solo divide la comunidad, también los feligreses de una de las regiones más secularizadas de España.