Se cumple un año del anuncio inesperado de Pablo Casado: «Quiero presidir el PP»

El actual líder del PP se enfrentó a Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal en el Congreso del partido

Pablo Casado depositando su papeleta en la votación final de las primarias del PP, el 21 de julio de 2018 Maya Balanya
Adrián Marina Bralo

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Hace un año, Pablo Casado publicó un tuit en el que anunciaba que presentaba su candidatura a presidir el Partido Popular en el Congreso que la formación celebraría en julio. Aunque era uno de los rostros más conocidos en la carrera por liderar el partido, no figuraba entre los favoritos —las miradas estaban puestas, sobre todo, en Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal —, pero logró pasar el primer corte y, en un cara a cara final contra la exvicepresidenta del Gobierno, se convirtió en el actual líder del partido.

Unos minutos después del anuncio en las redes sociales, Casado atendió a los medios de comunicación frente a Génova 13, la sede del partido. Allí manifestó que «no hay que esperar a que venga el futuro, sino que hay que salir a conquistarlo». «No podemos seguir arrastrando los pies», añadió, y se marcó un objetivo: formar un equipo que lanzara «un mensaje a aquellos votantes o afiliados que en algún momento sintieron que habían perdido la confianza en el Partido Popular. Queremos recuperar a esa gente que se fue a otros partidos, a los de Ciudadanos, a los de Vox» . Dentro de ese equipo estaba el actual secretario general, Teodoro García Egea, junto al que tomó la decisión de optar a la presidencia en el madrileño parque del Retiro.

Sáenz de Santamaría y Cospedal, sus principales rivales, representaban dos formas de hacer política dentro de un mismo partido. Ambas eran las números dos de Mariano Rajoy: la primera en el Congreso de los Diputados y posteriormente en el Ejecutivo, mientras que la segunda lo era en la formación, de la que era secretaria general. Entre ambas surgió Casado, que con «un proyecto ilusionante y de futuro», como él mismo indicó, consiguió dar la sorpresa en la primera votación, abierta a todos los militantes. Solo tuvo menos votos que Sáenz de Santamaría —21.513 frente a 19.967— y dejó atrás, además de a Cospedal, al resto de candidatos: José Manuel García Margallo, José Ramón García Hernández y Elio Cabanes.

El segundo reto fue el propio Congreso del PP. El 21 de julio, los dos candidatos más votados en las primarias se enfrentaron a los compromisarios, los encargados de decidir el futuro del partido. En su anuncio, Casado también afirmó que para él «la política no es un maratón, sino una carrera de relevos», y quizás fue esto lo que decantó la balanza. Mientras que Sáenz de Santamaría representaba la continuación del «marianismo», Casado se vendió como una ráfaga de aire fresco que convenció a 1.701 compromisarios , un 57,2% del total.

Debacle en las generales

La prueba de fuego para comprobar si ese objetivo que se marcó frente a Génova 13 se cumplió fueron las elecciones del 28 de abril. Nueve meses después de lograr la presidencia del partido, el PP obtuvo un resultado catastrófico en las generales: segunda fuerza, pero con solo 66 diputados frente a los 123 del PSOE y con Ciudadanos pisándoles los talones (57 escaños y solo 200.000 votantes de diferencia) . Vox, además, irrumpió en la Carrera de San Jerónimo con más de 2,6 millones de votos y 24 diputados.

Con este panorama, Casado llegaba entre la espada y la pared a las elecciones europeas, autonómicas y municipales del 26 de mayo. Aunque creció en votos, el resultado no fue mucho mejor y se mantuvo como segunda fuerza. Sin embargo, sí que consiguió mantenerse como partido líder del bloque de la derecha frente a Ciudadanos, que amenazaba con el «sorpasso», y Vox. Y este detalle, que puede parecer nimio, fue el que marcó la diferencia entre la consolidación de su liderazgo y su defenestración.

Como partido más votado del centro-derecha, los populares han conseguido imponerse a Ciudadanos, que se lo jugó todo a una carta el 26-M . Tras su resultado en las elecciones, a la formación naranja no le ha quedado más remedio que apoyar al PP en muchos de los ayuntamientos que se conformaron el sábado. Y entre ellos está la joya de la corona: Madrid, arrebatado a Manuela Carmena. Éxitos como el de la capital —donde solo 15 de los 57 concejales en el Palacio de Cibeles son del PP— han servido a Pablo Casado como balón de oxígeno para mantenerse en el despacho más importante de Génova 13.

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