Cuando Pedro Sánchez proponía eliminar los indultos

Desde las primarias del PSOE (2014) hasta La Moncloa (2019), Sánchez era el adalid de impedir esta medida de gracia

¿Puede el Rey negarse a firmar un indulto?

Pedro Sánchez, en diciembre de 2015, en un mitin en Valencia ROBER SOLSONA

Daniel Tercero

Hubo un tiempo en el que Pedro Sánchez, cuando no era presidente del Gobierno de España, proponía poner fin a «los indultos políticos», porque consideraba que el Gobierno (el del PP) los utilizaba «más de lo debido» y era uno de los asuntos (el de la eliminación del uso de esta gracia) de los que quería hablar, pues consideraba suponía una medida de regeneración. Un tiempo, no tan lejano...

Diez días antes de ganar las elecciones primarias a la Secretaría General del PSOE, 'un tal Pedro Sánchez', en una entrevista para Cuatro, aseguró que él quería «liderar un discurso de democracia radical» y que para ello le gustaría «liderar el fin de los aforamientos de los diputados», «poner fin a los indultos» y «endurecer el código penal para que no se vuelvan a producir estos casos de corrupción (del PP)».

El 29 de agosto de 2014, poco después de hacerse con el liderazgo del PSOE, Sánchez subió su apuesta por eliminar los indultos con un argumento que, ahora, siete años después, asentado en La Moncloa y con la vista puesta en indultar (parcialmente) a los líderes del 'procés' catalán (y socios en el Congreso del PSOE), está lejos de suscribir: «El Gobierno ha utilizado el indulto más de lo debido y los indultos políticos deben acabar en nuestro país». Eran otros tiempos.

Dos semanas después, el 12 de septiembre de 2014, en otra entrevista, esta vez para Radio Nacional de España, el secretario general del PSOE insistió en que su aportación a la política pivotaría, entre otros asuntos, en «hablar del final de los indultos», la «limitación de mandatos» y en revisar los aforamientos.

Sánchez trataba así de tapar la fuga de votos socialistas que empezaban a fluir hacia Podemos. En mayo, los de Pablo Iglesias acababan de entrar en la primera división de la política gracias a los cinco escaños conseguidos en las elecciones europeas. El PSOE había perdido nueve. Un resultado no imputable directamente a Sánchez pero que sí debía gestionar.

El 7 de marzo de 2015, Sánchez intervino en un mitin en Langreo (Asturias). Quedaban dos meses para las elecciones municipales y autonómicas. El primer examen serio como líder del PSOE. Eran tiempos en los que Sánchez podía compartir un acto político con Javier Fernández, quien acabó por presidir la gestora después de que el Comité Federal echase al secretario general. Pero para esto todavía faltaban meses: octubre de 2016.

En Langreo, al grito de ¡Viva Asturias!, Sánchez insistió: «Abriremos un nuevo tiempo: listas abiertas, limitación de mandatos, sin aforamientos, ni indultos». El 22 de abril de ese año volvió con el tema: «Regeneración democrática es poner fin a indultos políticos, limitar mandatos, listas cremallera...».

Llegó, a partir de junio de 2017, la segunda etapa de Sánchez como secretario general del PSOE. Reformuló el partido a su imagen. Pasó de no poder dormir con Iglesias a gobernar mano a mano con él. Se hizo con La Moncloa, e incluso con la sentencia del Tribunal Supremo sobre la mesa, caliente, caliente, siguió erre que erre con los indultos. Incluso institucionalmente.

El 14 de octubre de 2019, el mismo día en que se conoció la sentencia del Supremo, Sánchez dijo: «Esta sentencia pone fin a un proceso judicial que se ha desarrollado -y me gustaría, además subrayarlo- con plenas garantías y a su transparencia, y como corresponde en un Estado Social y Democrático de Derecho el acatamiento de la misma significa su cumplimiento. Reitero, significa su íntegro cumplimiento». Cumplimiento íntegro.

Pasaron quince días. En una entrevista para Onda Cero, el presidente del Gobierno aclaró dudas: «El debate del indulto no está encima de la mesa, ni porque el Gobierno lo ha planteado ni hasta incluso los independentistas lo quieren». No había debate. O sí. Fue la última vez (o de las últimas) que Sánchez se convertía en el adalid del fin de los indultos. Hasta en siete ocasiones (por lo menos) los utilizó (su eliminación) como gancho electoral.

Unos meses después, Sánchez cambió de opinión. Los indultos ya no son un estorbo.

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