Cuando a Cataluña se le cayó la venda

Se cumple un año de la aprobación de las «leyes de desconexión» en el Parlament

Carles Puigdemont en el Parlament durante el pleno de desconexión EFE

Esta funcionalidad es sólo para registrados

«En esos días, y semanas, se condensó la estrategia del independentismo y lo que era una legislatura condenada al desastre . La astucia se convirtió en engaño, y la ilusión, en ficción». Joan Coscubiela, portavoz de Catalunya Sí que es Pot durante la pasada legislatura, resumía de este modo para ABC las jornadas del Parlament de Cataluña del 6 y 7 de septiembre, cuando el independentismo se destapó, el constitucionalismo fue avasallado y a buena parte de la sociedad catalana que aún contemporizaba con el soberanismo se le cayó la venda de los ojos. En dos jornadas consecutivas, la mayoría «indepe» en la Cámara (JpS y la CUP) aprobaba la ley del Referéndum y la ley de Transitoriedad Jurídica -cconocidas como «leyes de desconexión»-, andamiaje legal a medida para tratar de sostener lo que vino luego: consulta del 1 de octubre y declaración de independencia del 27 del mismo mes.

«Un golpe a la democracia. La página más oscura del parlamentarismo europeo desde la la Segunda Guerra Mundial», en palabras a este diario de Pere Lluís Huguet, expresidente del Consejo de la Abogacía Catalana y presidente del foro constitucionalista Llibertats. Para la catedrática de Derecho Constitucional en la UAB, Teresa Freixes, «la sustitución de manera ilegítima de un orden constitucional legal y vigente. Un golpe de estado de manual»

Atropello por fases

El prólogo de las «jornadas negras» de septiembre y octubre se produjo ya meses antes, cuando a principios de 2017, el grupo de Junts pel Sí comenzó la tramitación de la reforma del reglamento del Parlament. El objetivo, permitir la aprobación «expres» o por la vía de lectura única de leyes presentadas por los grupos, y no únicamente por parte del ejecutivo. Dicho trámite es el que permite aprobar leyes en una única sesión parlamentaria, sin enmiendas de la oposición y sin que esta pueda acudir al Consejo de Garantías Estatutarias. Es lo que a la postre se acabó realizando en septiembre pese a que dicha reforma estaba suspendida de manera cautelar por el Tribunal Constitucional tras el recurso del Gobierno. El independentismo aprobó la reforma del reglamento el 26 de julio, además de habilitar el periodo de sesiones a partir del 15 de agosto, por lo que pudiese suceder, un celo en 2017 que contrasta con el «cierre» del Parlament decretado ahora hasta octubre. El rodillo, a punto.

Contra el TC

El inico de la sesión plenaria de septiembre de 2017 empezó mal y acabó peor. Tras la aprobación a trámite de la ley del Referéndum el día 6 por la mañana, el secretario general del Parlament, Xavier Muro, y el letrado mayor, Antoni Bayona, presentaron un escrito advirtiendo de la ilegalidad que se estaba cometiendo al no atender las interlocutorias del TC. Los letrados, señalados por el independentismo desde hacía semanas, aguantaron la presión y no dudaron en levantar su voz.

El rodillo, engrasado

Durante esas dos jornadas aciagas, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, tuvo un papel clave. Aunque desbordada siempre, cumplió con el papel por el que fue elegida: aceite para el rodillo soberanista. El despropósito jurídico dio incluso para pillerías informáticas. El secretario Muro dio órdenes a los funcionarios para que no se publicara la propuesta de ley en el Boletín Oficial del Parlamento . Forcadell esquivó el veto usando una «pasarela» informática personal para publicarla. Los encontronazos con los letrados fueron constantes.

«El error más grave»

Tras un pleno lleno de interrupciones, la votación dela ley del referéndum se llevó finalmente a cabo, con los partidos constitucionalistas fuera del hemiciclo. «El error más grave de la historia democrática en Cataluña» , apuntó Inés Arrimadas (Cs). «Un ataque a la democracia», se sumó García Albiol (PPC). «El acto de hoy tendrá consecuencias muy negativas, pero solo ustedes son responsables», terció Miquel Iceta (PSC) en esa caótica sesión. La mayoría independentista acabó entonando «Els Segadors» tras la aprobación.

El discurso de Coscubiela

La jornada del día 7 culminó el desastre. «Un golpe a la democracia» , en definición de Pere Lluís Huguet. También de madrugada, y tras otra jornada de caos, JpS y la CUP sacaban adelante la ley de Transitoriedad, texto con el que la Generalitat pretendía regular la vida «legal» en Cataluña tras una esperado por ellos victoria del «sí» en el referéndum. De esa jornada quedaron muchas imágenes, quizás la más simbólica la de los dipotados de Ciudanos, PSC y PP aplaudiendo derechos la intervención de Joan Coscubiela (CSQP). Exsindicalista, referente de la izquierda, Coscubiela apuntó desde la tribuna: «Mis padres me enseñaron a luchar por mis derechos (...) No quiero que mi hijo Daniel viva en un país en el que una mayoría pueda tapar los derechos de quienes no piensan como ellos. No estoy dispuesto». El independentismo no se lo perdonó nunca.

El 6-7 empezó todo

Muchos al escuchar a Coscubiela entendieron por fin de qué iba el juego.A partir del 6-7 todo se precipitó. «La reacción de parte de la sociedad catalana y las manifestaciones constitucionalistas del 8 y 29 de octubre tienen su germen en esas jornadas», explica Teresa Freixes y secunda Pere Lluís Huguet. Y hasta aquí.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación