Cristina Cifuentes, absuelta en el caso Máster
La Audiencia Provincial de Madrid declara su libre absolución por falta de pruebas de que indujo a la falsificación del acta
Condena a tres años de cárcel a la exasesora del ejecutivo regional por presionar para la fabricación del documento
«Las sospechas legítimas que pudieran existir no se han convertido en prueba suficiente para justificar la responsabilidad de Cristina Cifuentes. Ni consta la presión inductora ni el dominio del hecho , por lo que no se le puede imputar el delito».
Es la conclusión a la que ha llegado la Sección 15 de la Audiencia Provincial de Madrid, que este lunes absolvió a la expresidenta de la Comunidad del delito de falsedad en documento público del que venía siendo acusada en calidad de inductora.
Se trata del acta que falsificó la profesora de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid Cecilia Rosado por orden de quien era su jefe, el fallecido catedrático Enrique Álvarez Conde , para salir al paso de la crisis desatada cuando en marzo de 2018, eldiario.es publicó que existían irregularidades en el máster de Cifuentes.
Rosado, autora del documento que acreditaba que un tribunal evaluó el trabajo de fin de máster de la expresidenta un 2 de julio de 2012, ha sido condenada a un año y medio por la falsedad, una pena atenuada por la presión a la que fue sometida.
En esa presión veía la Fiscalía la mano de la exdirigente popular, pues sostenía que fabricar aquel acta solo la beneficiaba a ella «y a su carrera política», en juego por el escándalo. La tesis de la acusación era que «la maquinaria» se había puesto en marcha desde «su entorno» y se había encarnado en Maite Feito, profesora en excedencia de la Rey Juan Carlos y en aquella época, asesora del gobierno regional. Sin embargo, el tribunal saca a Cifuentes de la ecuación y limita la responsabilidad a Feito. La condena a tres años de prisión por inducir la falsedad del documento.
La asesora, «agobiante»
La sentencia no expone qué motivaciones pudieron llevar a aquella asesora de la Consejería de Educación a presionar a Rosado para que confeccionase el acta falsa, pero da por acreditado que lo hizo de forma «insistente y agobiante» con llamadas y mensajes que «sin duda, tenían como finalidad la creación del documento mendaz».
Se apoya en lo declarado por la docente y los testigos que estuvieron con Feito en el rectorado la mañana del escándalo, pero también en su propia declaración: si bien dijo que fue casual su presencia aquel día a las puertas del despacho del rector, permaneció allí «unas cuatro horas». La Sala da por probado que jugó un papel relevante y la sitúa como la persona que puso fecha a la supuesta defensa del TFM que después se plasmaría en el acta falsificada.
Mientras, para el tribunal, «de lo actuado no ha resultado probada ninguna intervención» de Cristina Cifuentes en toda aquella fallida gestión de crisis. Destaca que «ni Rosado ni Feito han señalado haber mantenido contacto alguno» con ella, como tampoco con su oficina o su gabinete y «ninguno de los intervinientes» en aquella primera reunión en el rectorado «ha hecho ninguna referencia» a ella a lo largo del juicio. No había así prueba directa y para el tribunal atribuir las presiones al entorno de la expresidenta o afirmar que «no se manchó las manos» rebasa el Derecho Penal.
Un máster «plagado de irregularidades»
«Sin obviar el interés de esta en temer toda la documentación que justificara la regularidad en la obtención de su máster, nada se ha probado sobre que impulsara, sugiriera o presionara para la falsificación del documento en cuestión», dice la sentencia, que define la exhibición que hizo Cifuentes de aquel acta en twitter como «un indicio más, no corroborado por otros».
Lo que sí ha quedado acreditado y recoge la sentencia es que aquel máster estaba «plagado de irregularidades» y la actividad de Cifuentes como alumna, llena de «incongruencias relevantes e incompatibles con la actuación regular de un estudiante de postgrado», como el cambio fraudulento y por partida doble de sus notas por una funcionaria no autorizada.
Además, «nunca fue a clase ni mantuvo contactos con ningún profesor» y la defensa del TFM «incluso de haberse producido, hubiera sido en extremo inexplicable pues en el año 2012 figuraba como no presentada en una asignatura». Pero que Cifuentes obtuviese un título sin mérito académico ninguno, no era el objeto del juicio.