Cristales y nervios rotos en el barrio más cercano a la petroquímica

Buenavista, barrio en primera línea de la explosión. Vecinos y comerciantes aún recuerdan temblorosos los efectos de la onda expansiva. Algunos no han podido dormir por los nervios. Vieron desde sus balcones la bola de fuego en la planta y creyeron que sus casas saltarían por los aires. Muchos huyeron a casas de familiares. Hoy toca limpiar y hacer recuento de daños: cristales, azulejos y techos rotos. Lo peor, el susto que pasaron.