Crimen de Polop: un exmercernario, testigo protegido, la prueba «estrella» del asesinato del alcalde

Un exedil, tres sicarios, un industrial y dos dueños de clubes de alterne, en el banquillo

Alejandro Ponsoda, el alcalde asesinado de Polop ABC | Vídeo: AT

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«Queremos que hagas el trabajo, pero no estamos de acuerdo en la forma que exiges para el pago, piénsalo bien y ya hablaremos de esto». Agosto de 2007. La conversación transcurre en un reservado del club de alterne Mesalina, en Finestrat (Alicante), entre botellas de champán y prostitutas contoneándose en la barra. El «trabajo» es la oferta que recibe un portero del prostíbulo para matar al alcalde de Polop, Alejandro Ponsoda, de 54 años, a cambio de 35.000 euros, según reveló dos años después ese portero.

Ponsoda, alcalde del PP, llegó con su coche a la puerta del garaje de la casa que compartía con su padre, en la calle San Ramón de la pedanía alicantina de Xirles, a las nueve y veinte de la noche del 19 de octubre de 2017. Dos sicarios le esperaban. Por la rendija de la ventanilla del vehículo le dispararon tres veces con dos pistolas distintas (una de 7,65mm y otra de 9mm) y huyeron. Un disparo le impactó en la cabeza. El 27 de octubre, murió en el hospital de Alicante.

Doce años y tres meses después, siete personas ( tres sicarios, un empresario del calzado, un concejal y dos gestores de prostíbulos ) se sientan a partir de mañana en el banquillo de la Audiencia de Alicante acusados del asesinato de Ponsoda. Se enfrentan a 25 años de prisión. El Jurado no lo tiene fácil. Ni huellas, ni las armas del crimen, ni ADN... La prueba «estrella» es el testimonio de un exportero del burdel, convertido en testigo protegido, al primero que ofrecieron matar a Ponsoda y que se negó, según él.

La Fiscalía sostiene que el crimen respondió a la animadversión que sentían por el alcalde del PP su concejal de Urbanismo y teniente alcalde, Juan Cano y el empresario del calzado Salvador García. Cano, antiguo director de una sucursal de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, fue edil de Urbanismo hasta 2003, cuando quedó relegado en las listas electorales tras salir a la luz una grabaciones en las que pedía dinero a un empresario. El entonces presidente del PP en la Comunidad, Eduardo Zaplana, apartó a Cano y este quedó fuera de la política entre 2003 y 2007. Ponsoda le dio la espalda. Pero en 2007 Cano volvió. Él mismo se colocó como número dos de las listas al presidir el comité electoral. Ponsoda fue reelegido alcalde y Cano se convirtió en su segundo, al frente del Urbanismo, donde ambos mantenían posturas enfrentadas y casi ni se dirigían la palabra.

Encargo frustrado

Cano, asiduo del Mesalina, como el empresario Salvador García, planearon la muerte del rival, según el auto de hechos justiciables. Para llevar a cabo el plan se concertaron con el dueño del prostíbulo, Pedro Hermosilla, y con el gerente, el uruguayo Ariel Gatto y recurrieron al portero: un exmercenario, que según él mismo, había sido un asesino a sueldo de «gobiernos o rebeldes africanos». Como este se negó porque no llegaron a un acuerdo sobre el precio (le ofrecieron 35.000 euros), entre otras razones, les proporcionó tres nombres: el de Raúl Montero, un narco de medio pelo, y los de otros dos porteros de prostíbulos checos: Radim Rakowski y Robert Franek. Son los tres supuestos sicarios que acabaron con la vida del alcalde, según la Fiscalía, a cambio de 50.000 euros . Dos le dispararon, mientras el tercero los esperaba en coche para garantizar la huida.

Tras la muerte de Ponsoda, Juan Cano se convirtió en alcalde. La UCO de la Guardia Civil se hizo cargo de la investigación y descubrió no solo los tira y afloja urbanísticos que llevaban años forjándose en Polop, sino también los claroscuros de la vida de la víctima, separado desde hacía una década y cliente de saunas y otros locales.

Sin avances aparentes, casi dos años después, en julio de 2009 un testigo (el exportero portugués del Mesalina) les aseguró que había escuchado el encargo de una muerte en un reservado a cambio de 30 o 35.000 euros. Aportó los nombres de quienes se habían citado en el club pero sin contar que a él se lo hubieran propuesto. En diciembre de ese mismo año, cambió su declaración en el Juzgado de Instrucción de Villajoyosa y ahí sí se explayó en detalles. Días antes, los siete señalado fueron detenidos e ingresaron en prisión. Antes de un año quedaron en libertad bajo fianza; en 2011 la juez -con el acuerdo de la Fiscalía- archivó la causa contra los tres supuestos sicarios por falta de pruebas. La Audiencia de Alicante revocó la decisión.

Las defensas alegan que el testigo protegido miente y que inventó su declaración para obtener beneficios. «Estaba investigado en una operación de anabolizantes y tenía el teléfono intervenido», explica Francisco González, abogado del dueño del Mesalina. «Ni siquiera trabajaba ahí en la fecha en la que dice que se planeó el crimen, tal y como recoge la demanda laboral que interpuso contra mi cliente».

El enigma es si ante el Jurado mantendrá su declaración y, por tanto, la principal prueba contra los acusados o le asaltará la desmemoria. Las hijas de Ponsoda, acusación particular, confían en que ratifique sus palabras. Necesitan respuestas y que su padre, que trató se sortear corruptelas, reciba Justicia. Hasta ahora solo la ficción ha ideado finales. El escritor Lorenzo Silva se inspiró en el crimen para su novela «Los cuerpos extraños». El director Bigas Luna eligió el Mesalina para rodar una escena de «Huevos de oro».

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