El «corazón» que vela por la sangre de los soldados españoles
El Centro de Transfusiones de las Fuerzas Armadas gestiona 6.000 donaciones al año para enviar a zona de operaciones o emergencias en España
Entre España y el Océano Índico hay casi 12.000 kilómetros de distancia. En alta mar, 153 militares españoles ( según datos del Estado Mayor de la Defensa ) se encuentran desplegados en el marco de la Operación Atalanta , que lucha contra la piratería en el Cuerno de África . Hasta ellos han de llegar víveres, equipos y material, pero también un recurso que resulta vital en caso de emergencia: la sangre.
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En Madrid, lejos del mar, y también de tropas desplegadas en países como Afganistán o el Líbano, se encuentra el Centro de Transfusiones de las Fuerzas Armadas (CTFAS) , el «corazón» que controla este recurso. Para la teniente coronel Ascensión Ramos, directora del CTFAS, debe funcionar como «un perfecto engranaje».
A este centro situado en el hospital militar Gómez Ulla, llega la sangre de aquellos militares, y también civiles, que deciden donar. « Nuestra principal fuente de donantes es el personal militar , aunque en menor proporción también tenemos donantes civiles», destaca Ramos. «Por lo general extraemos sangre de las Unidades ubicadas en la provincia de Madrid pero una vez al mes organizamos una colecta en otros puntos de la geografía española», especifica Ramos.
Actualmente, el Centro de Transfusiones de las Fuerzas Armadas recibe alrededor de 6.000 donaciones al año . Una cifra que ha decaído respecto a años anteriores en los que se han recogido hasta 8.000 muestras, según explica la teniente coronel a ABC. Sin embargo, esta militar insiste en que la sangre es un recurso crítico , por lo que las Fuerzas Armadas cuentan con sus propias reservas. «Tenemos una reserva asistencial, que es la disponible para uso clínico en el Hospital de la Defensa y la llamada reserva logística, que está compuesta por determinados componentes y lista para ser enviada en cualquier momento», apunta. Dentro de estas unidades de emergencia, hay componentes de la sangre que en este laboratorio se congelan y pueden tener una vida útil durante décadas.
Lejos de nuestras fronteras
Lo que realmente define a este centro es que es el único que está autorizado para enviar sangre fuera de nuestras fronteras. Además de la Operación Atalanta, el Buque Escuela Juan Sebastián Elcano también es receptor habitual. Y a Afganistán se han enviado «unas seis mil unidades», explica Ascensión Ramos . Una rutina que se puede ver perturbada por una llamada de emergencia.
El centro tiene capacidad para abastecer una unidad médica militar que actúe en un ataque en una zona de operaciones, un terremoto o cualquier situación extraordinaria que lo requiera. Si esto ocurre, el militar de guardia comienza a trabajar y, en un tiempo máximo de dos días , la sangre llega a su destino. «Si la alerta se produce en horario laboral, el tiempo de preparación es corto, no más de una hora . Si se produce fuera de este horario podemos preparar el contenedor en un espacio de dos a tres horas », expone. De Carabanchel van a los aviones que transportan el «oro rojo», que en algunos casos serán aeronaves del Ejército del Aire y, en otros, las de vuelo regular, expone Ramos.
El traslado de la sangre se enfrenta a tres problemas logísticos : «La distancia, la dependencia de un medio aéreo y la necesidad de conservación de los componentes», enumera Ramos. Por ello, cuentan con unos contenedores específicos «donde se introducen las bolsas de sangre y se cubren con hielo húmedo en el caso de los hematíes, y con hielo seco en el caso de los componentes congelados». Así, aguanta en condiciones óptimas, como máximo, durante una semana.
Al mismo tiempo, desde el centro mantienen «una ruta de viaje» que permite comprobar el estado de la sangre en cada punto del trayecto. «En el interior de los contenedores se incluyen unas tiras que viran de color si la temperatura no ha sido la adecuada , y unos registradores electrónicos que, cuando el contenedor es recibido, la persona responsable descarga datos a un ordenador y nos lo envía como muestra de trazabilidad», desgrana la teniente coronel Ramos.
Aunque lo habitual es enviar sangre al extranjero, el centro también responde a situaciones de emergencia en España si se requiere su colaboración, como en el terremoto que sacudió Lorca en 2011 , donde el Ejército participó en tareas sanitarias.
Riguroso control
Durante todo el proceso de donación la seguridad es clave , insiste la teniente coronel Ramos. «Para el donante, que es lo más preciado que tenemos, y también para la sangre», apostilla. Para ello, 35 personas velan por la calidad de este líquido desde el momento en el que un donante decide acudir al CTFAS.
Primero se realiza un cuestionario que funciona de criba (tal y como ocurre en las donaciones en otras entidades). Tras la extracción, en el CTFAS se someten a minuciosas pruebas todas las muestras para descartar cualquier tipo de enfermedad que pueda comprometer la donación. «Realizamos un hemograma completo, un estudio inmunohematológico para conocer el grupo hepático y sérico del donante», enumera. También se hacen estudios para estipular el número de transaminasas y test para descartar la presencia de Hepatitis B, C o VIH , o cualquier tipo de posible enfermedad venérea presente en el organismo. Además, si el donante ha viajado a una zona endémica se hacen pruebas para excluir enfermedades como la chagas o la malaria.
Con todo, en el centro se implementan más pruebas de las que obliga la ley para tener la sangre de más alta calidad. En caso de detectar alguna anomalía, la bolsa se aparta de forma inmediata y se vuelve a analizar para determinar cuál sera su destino: si se desecha o si cumple los requisitos para una «segunda vida» en otro cuerpo .