El Congreso debate la reprobación y cese de Fernando Grande-Marlaska frente a su escaño vacío

No saldrá adelante por la negativa de los socios de la moción a aprobar la iniciativa, planteada por el PP

El ministro, hoy en el Congreso antes de ausentarse del debate que pedía su reprobación Efe

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Ni Fernando Grande-Marlaska ni nadie del Gobierno ha estado en el Congreso para presenciar el debate áspero en el que el ministro del Interior se ha salvado de ser reprobado gracias a que los socios de la moción de censura le van a evitar mañana con su voto ese escarnio porque lo proponía el PP. Eso no ha impedido que Bildu o ERC, en su superioridad de saberse socios necesarios en La Moncloa, hayan aprovechado la ocasión para acusar al ministro en sede parlamentaria poco menos que de haber consentido torturas de las Fuerzas de Seguridad cuando era juez. JxCat, de abusos policiales en Cataluña. Nadie, tampoco el diputado socialista que ha intervenido, ha contestado.

En el planteamiento de la reprobación y cese de Marlaska el PP ha contextualizado la cascada de destituciones -en particular la del coronel Diego Pérez de los Cobos- y la consencuente crisis en la Guardia Civil en la connivencia que el Gobierno mantiene con los nacionalistas para mantenerse en el poder. «El Ministerio del Interior es una máquina de cesiones a los nacionalistas. Ha servido en bandeja a hombres de honor para goce y disfrute de los nacionalistas», ha sentenciado la diputada popular Ana María Beltrán, que insistemente ha reprochado a Marlaska haber dejado de ser un «buen» magistrado para convertirse en un ministro abonado a «la traición» que purga a quienes «ponían el pecho para defenderle de las balas» . Y «en un soldado de Pedro Sánchez», que -ha subrayado- «no dudaría en exprimirle hasta la última gota de dignidad con tal de permanecer en La Moncloa» y del que ha recordado que se dirige al líder de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegui, como «camarada».

Desde el nacionalismo han dado la razón a la diputada Joan Baldoví, de Compromís, que se ha referido al coronel y otros destituidos como «garbanzos negros» y ha afirmado que, si Marlaska debía ser reprobado por algo, es por no haberle expulsado antes. De que se tardó demasiado en echarle también se ha lamentado Marta Rosique, de ERC y Unidas Podemos, coaligados con el PSOE en el Gobierno. Su diputado Rafael Mayoral se ha felicitado indirectamente de ese cese de Pérez de los Cobos, un «político de uniforme» , ha dicho, cuya salida forzosa de la Benemérita ha vinculado a la filtración a la prensa del informe «absolutamente infame» que sus subordinados realizaron sobre las marchas del 8M.

Al margen de ese aplauso por la sustitución del que fuera jefe del Comandancia de la Guardia Civil en Madrid, no ha habido mayor defensa para Marlaska ni para su gestión. Felipe Sicilia, en nombre del PSOE, no lo ha hecho al contestar el catálogo de reproches de los populares, las acusaciones de Ciudadanos acerca de una «purga política» o las de Vox denunciando que el ministro está haciendo pasar «miserias» a su departamento. El diputado socialista retrotrayéndose al periodo de Jorge Fernández Díaz al frente del Ministerio del Interior y volviendo a refrescar los grandes hitos de su «policía política».

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