Análisis

La Comisión de la Verdad

Solo a una panda de iluminados o los sometidos a los efluvios de una droga o los escogidos por una revelación del más allá, se le hubiera ocurrido darle ese nombre

El presidente Pedro Sánchez en su llegada a la cumbre de la OTAN en Bruselas EFE

Miguel Bajo

Leo que el Gobierno ha creado una Comisión de la Verdad. Supongo que no tiene otro objetivo que el examen de la historia de la Guerra Civil y de la dictadura franquista. Solo a una panda de iluminados o los sometidos a los efluvios de una droga o los escogidos por una revelación del más allá, se le hubiera ocurrido darle ese nombre.

Sobre qué se entiende por verdad se ha dicho o escrito mucho. Si resumiéramos el concepto de verdad como coincidencia entre lo que se dice y la realidad, la pretendida Comisión de la Verdad relativa a los acontecimientos de la historia y sobre todo de la Guerra Civil Española responde a un pensamiento de la historia propio de los totalitarismos del siglo XX.

Determinar si un relato coincide con la realidad histórica depende de una operación de investigación que tiene tantos resultados como pensadores. Es decir, hay que reconocer que h ay tantas verdades como personas en el mundo. Hay tantas verdades históricas como historiadores.

Si lo que se quiere decir con Comisión de la Verdad es agrupar a una serie de científicos para que examinen cuántas tesis históricas se han creado sobre la Guerra Civil, bienvenido sea. Si Comisión de la Verdad significa determinar cuál de esas interpretaciones de los hechos ocurridos es la que ha de imponerse, como verdad absoluta, sobre las demás por entender que es la que coincide con la realidad, es una pretensión de pensamiento único intolerable.

En realidad, el concepto de verdad tiene un contenido más teológico que filosófico o histórico. No hay más verdad absoluta que la verdad divina revelada y es sólo relevante para los creyentes. En el mundo del Derecho, fingimos llegar a una verdad concreta que es la verdad de la sentencia firme. Y es una ficción en la que convenimos para poder resolver los conflictos sociales. En efecto, los hechos declarados probados en una sentencia después de cumplidos todos los actos procesales pertinentes que conducen a la firmeza de la misma, son hechos coincidentes con la verdad de una manera convencional.

Es evidente que se trata de algo convenido por todos para poder dar lugar a una convivencia social razonable, de modo que se puedan resolver los conflictos no por la vía de la violencia o de la ley del talión sino por la de reconocer que una sentencia firme recoge la verdad de lo probado. Pero no es más que algo convenido. Cuando los juristas decimos que los hechos probados en una sentencia firme son la verdad no pretendemos otra cosa que lograr una solución a un conflicto.

Para ello, el derecho ha inventado el proceso que es un conjunto de reglas que garantizan que quienes están encargados de la solución del conflicto, lo hacen aplicando leyes que proceden de la voluntad popular y con unas reglas que impiden la incorporación a los hechos de posturas subjetivas por parte del juzgador.

Para que esa llamada Comisión de la Verdad tuviera sentido sería necesario que aplicara unas reglas dictadas por todos, por el conjunto de la sociedad, que la labor de la Comisión se sometiera a unas reglas que garantizaran la pluralidad de pensamiento sobre los hechos históricos y garantizaran que los componentes de dicha Comisión actuarían desprovistos de intereses personales y se limitarían a aplicar objetivamente las reglas de conocimiento.

Y, evidentemente, no va a ser así.

Miguel Bajo es Catedrático en Derecho Penal y Abogado.

La Comisión de la Verdad

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación