El colapso del «procés» fragmenta y radicaliza la oferta electoral secesionista

Nuevos partidos se presentan como azote contra el «pactismo» de Junts, ERC y la CUP

Torra, ayer a su llegada a la reunión semanal del Govern EFE

Miquel Vera

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En 2015 Convergència Democràtica, ERC, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural aparcaron sus siglas y marcas propias para conformar una plataforma electoral, «Junts pel Sí», diseñada ad hoc para las elecciones autonómicas supuestamente «plebiscitarias» que condujeron a la investidura de Carles Puigdemont . El invento, que tenía al ahora preso Raül Romeva como candidato simbólico, cosechó 62 diputados (de 135) y casi el 40% de los votos.

El éxito logrado por la fórmula se debió, en gran medida, al hecho de que en esa votación los electores secesionistas encontraron una escasísima variedad de opciones en los colegios electorales. Solo la CUP y Junts pel Sí concurrieron a la cita para representar el espacio soberanista. El objetivo era claro: concentrar al máximo el voto independentista y preparar un gobierno diseñado para el envite contra el Estado. Cataluña entraba en la fase álgida del «procés».

Cinco años más tarde, el escenario para las próximas elecciones catalanas —aún sin fecha— va camino de ser diametralmente opuesto. El estancamiento de la estrategia independentista, la crisis que atraviesan las relaciones entre Junts per Catalunya y ERC y la pérdida de influencia de las entidades secesionistas «tradicionales» (con la ANC actuando cada vez más como un satélite de Waterloo y Òmnium fracasando en su intento de mantener la unidad) forma un caldo de cultivo favorable para la eclosión de nuevas candidaturas encabezadas por «outsiders» . Estas están centradas en criticar al «establishment» independentista, etiqueta de la que no está a salvo ni la CUP, y aspiran a captar a los electores ultranacionalistas desencantados con sus papeletas tradicionales.

Victimismo y «república»

Aunque no existe un patrón que unifique a quienes aspiran a saltar a la arena electoral en las próximas elecciones catalanas, hay algunos elementos y argumentos transversales. El primero, la crítica furibunda a los partidos que representan actualmente al electorado soberanista, a quienes se acusa de hacer «autonomismo». Otro es la idealización del referéndum ilegal del 1-O como el momento fundacional de la «república catalana» proclamada en 2017 y que reclaman defender e implementar con urgencia. El último, y más característico, también preocupante, es el uso de discursos victimistas e identitarios —con un lenguaje de querencia claramente xenófoba— , en lo que bien puede calificarse como la degradación ultra del secesionismo. Todo ello, salpimentado con constantes acusaciones al Estado denunciando la «opresión» judicial, económica, política y lingüística del «pueblo catalán».

En estos momentos ya hay varias formaciones que aspiran a estrenarse en las próximas elecciones al Parlament. Entre estos destacan Primàries Catalunya , candidatura impulsada por el filósofo y tertuliano Jordi Graupera; Força Catalunya , propulsada por el activista Santiago Espot, Demòcrates de Catalunya o los indentitarios del Front Nacional de Catalunya . No obstante, las nuevas candidaturas deberán sortear dos impedimentos importantes. El primero será pasar del activismo digital, donde estos grupos radicales se mueven con agilidad, a los medios mayoritarios. Ello es imprescindible para conectar con bolsas grandes de electores.

No en vano, no aparecer en los medios públicos (TV3 o Catalunya Ràdio) que los secesionistas consumen masivamente sería un problema en este sentido. Tampoco los medios subvencionados con dinero de la Generalitat van a dar voz a estos grupos fácilmente . El otro reto, quizás mayor aún, será sobreponer los nuevos partidos y sus candidatos al hiperliderazgo que ejerce el expresidente fugado Carles Puigdemont sobre el conjunto del movimiento independentista. Además, ERC y Junts tienen en sus filas (y listas) a dirigentes presos con un notable tirón electoral. Ante estos rivales, los nuevos partidos deberán servirse de perfiles «pintorescos» para captar la atención de los electores sin desautorizar los líderes de la prisión.

«No queremos mentir a la gente pero sí asegurarles que Cataluña volverá a ser respetada en todos los sentidos», explica a ABC Santiago Espot, impulsor de una de estas nuevas candidaturas «alternativas» a los grandes partidos del «procés». Este empresario —conocido por impulsar las pitadas a Don Felipe en las finales de la Copa del Rey—, reconoce que es difícil presentar candidaturas ajenas a la partitocracia formada por Junts, ERC y la CUP pero ve imprescindible poner a personas nuevas al frente del movimiento. «Gente que nunca ha tenido un sueldo oficial y está alejada de las luchas partidistas», asegura. «No tengo nada en contra de Junqueras o Puigdemont, pero plantearon un objetivo político que no alcanzaron y eso es un fracaso. ¿Si no pueden conseguir ni el traspaso de Cercanías, como van a conseguir un Estado?», concluye.

En Demócrates son menos optimistas, ven difícil hacerse hueco en un escenario polarizado y con tres partidos independentistas ya presentes en el Parlament. «Es difícil, pero la gente está muy enfadada con ERC y Junts per Catalunya y eso es una oportunidad para captar a los votantes más radicales, perfil ANC, a los que no les gusta la CUP», afirman fuentes del partido en declaraciones a ABC. No obstante, reconocen que amenazar con presentarse es una forma de darse a conocer, marcar perfil y negociar al alza posibles coaliciones. Desde Primàries aspiran a superar el fracaso de las elecciones municipales, donde se quedaron lejos de sus expectativas, y lo fían todo a un programa centrado en reivindicar el «mandato del 1-O».

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