Cinco horas y media negándolo hasta el fin

Marlaska resistió el viernes en el Senado contando una mentira, que redobló al final de manera soberbia

El ministro del Interior, el viernes a su llegada al Senado Efe

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Tan real como la nota en la que consta que el coronel Pérez de los Cobos fue destituido por «no informar del desarrollo de investigaciones» son las cinco horas y media de Comisión de Interior durante las que Fernando Grande-Marlaska lo estuvo negando el viernes pasado. Basta con ir a la web del Senado y pinchar la grabación para contemplar al ministro mintiendo cinco horas y media, tanto más arrogante cuanto más le interrogaban PP y Ciudadanos. Cinco horas y media que no acaban con su resistencia, sino al contrario, con una soberbia reafirmación en la mentira. «Ni yo ni nadie del Ministerio ni de la Dirección General de la Guardia Civil ha interesado ni interesó del señor Pérez de los Cobos ni el informe ni el contenido del informe sobre el que me ha hecho la pregunta». Y repitió: «Ni este ministro ni nadie del Ministerio ni de la Dirección General de la Guardia Civil ha solicitado al señor Pérez de los Cobos ni el informe ni el acceso al contenido del informe al que usted ha hecho referencia».

«¿Hizo o no hizo llamar al coronel Pérez de los Cobos para que le entregara el informe?» fue la cuestión que le planteó Francisco Javier Alegre, de Cs. «¿Dio instrucciones para que generales llamaran a Pérez de los Cobos recriminándole no tener acceso al informe, lo pidió usted?, ¿dio instrucciones a la directora general para que llamara a Pérez de los Cobos también?, ¿le ha llamado Pedro Sánchez pidiéndole el informe?», fueron algunas de la que le lanzó Frnando Martínez-Maíllo, del PP.

Ante ello, Marlaska, reivindicó su «derecho» a formar sus propios equipos, «como todo el mundo» , dijo. Lo hizo airado a veces. Porque el ministro, un preciosista lector de eternas y planas comparecencias que lleva previamente escritas a las comisiones, no lleva bien que luego le insistan en el turno de preguntas con pequeñeces y no oculta su fastidio. ¿Injerencias?. «Inmiscuirme no lo utilizo. Ni conjugo ese verbo. Quien quiera creérselo que se lo crea. Uno puede pasar líneas rojas, pero cuando se lleva 32 años años en determinados destinos (mención a su trayectoria como juez) siempre es más difícil». Defendió su «libertad» para designar a quien le parece, todos «profesionales, competentes, neutrales y que tengan una comunicación perfecta entre ellos». Pero por lo que se ve, se le olvidó mencionar que también tienen que cumplir sus órdenes, aunque sean contrarias a la ley.

Puede comprobarse también en esas cinco horas y media del Senado que Marlaska irritó a todos repitiendo una y otra vez que había ejercido décadas como juez y que se las sabía todas, como si eso le invistiera de un escudo divino contra entrometidos e ignorantes. Martínez-Maillo, el portavoz del PP, un diputado muy hábil, no le perdió la cara en eso. Al contrario, lo recalcó intensamente, -«su situación es más grave porque usted es juez», le dijo- , recordó al ministro que injerencia es la misma palabra que «entrometimiento, intomisión, mangoneo»... «Tengo otra, pero no se la voy a imputar», le añadió, y le citó el artículo 464 del Código Penal. El de obstrucción a la Justicia. Con el remate de que «un ministro del Interior no puede estar bajo esa sospecha». Ni bajo cinco horas y media de impenitente, continuada y -por lo que se ve- obscena mentira parlamentaria.

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