Cinco años para un «pequeño Nicolás» de 43 años que estafó a sus víctimas, también emocionalmente

Fingía ser propietario de fincas que alquilaba, tenía chófer, coches de lujo y personal de servicio, y decía ser dueño de un holding en Torre Picasso

Nati Villanueva

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El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a seis años de prisión de un hombre que engañaba a sus víctimas haciéndose pasar por multimillonario, con mansiones y coches de lujo y como administrador de un grupo de empresas familiar que en realidad no existía. El acusado hacía creer a sus víctimas que era su amigo, como parte de una trama que inventó para conseguir defraudarlos a todos y facilitar que le hicieran entrega de su dinero o le proporcionaran servicios o bienes.

Los hechos que ahora el Supremo considera acreditados se remontan al año 2009, cuando el acusado, Raúl Báñez Martín, tenía 43 años. Pertenecía una familia con una «desahogada posición económica hasta que un grave quebranto en su patrimonio provocó la ruina familiar». A partir de aquel momento, según relataba la Audiencia de Madrid en su sentencia, este empresario decidió seguir aparentando una elevada posición económica. Se hizo pasar por multimillonario y administrador de un inexistente holding familiar con sede en la Torre Picasso de Madrid y propietario, entre otros bienes, del edificio Gorbea. Un chófer llamado Christian le paseaba por Madrid, en distintos coches de lujo, como Porsche Cayenne o Jaguar. «El acusado se refería con frecuencia a sus numerosas propiedades inmobiliarias repartidas por distintos puntos del mundo, una de ellas aseguraba haberla comprado su abuelo a la Duquesa de Windsor. Recibía a sus víctimas en mansiones alquiladas con personal de servicio y decía que la casa era de su propiedad.

El acusado fue fomentando la amistad con sus víctimas. Una de ellas, la más perjudicada por el engaño, quedó impresionada con su nivel de vida «y convencido de que su amigo era todo un potentado» por la ropa y relojes que llevaba, «siempre de las marcas más caras». En esta situación el acusado le ofreció participar en el negocio millonario del estructurador molecular sódico, que lograba un gran ahorro energético y de combustible «contándole que había comprado la patente del invento a su creador, quien ya lo tenía patentado en su país, Méjico». El acusado le explicó que los beneficios que podían obtener les retiraría a ambos de trabajar, que tenía la venta de 50.000 unidades asegurada con taxistas y que Entrecanales estaba muy interesado en la compra. La víctima aceptó entrar en el negocio y le hizo una transferencia de 100.000 euros y otras entregas posteriores hasta alcanzar los 390.000 euros. Su relación traspasó lo profesional, de forma que el acusado ahondó en las emociones de su víctima, se interesaba continuamente por la salud de su padre, gravemente enfermo, y hasta le ofreció llevarlo a Nueva York en un avión medicalizado para que lo examinara un neurólogo de su familia.

Arrampló con 34 cabezas disecadas

A otra de sus víctimas le alquiló una finca en Madrid por 6.000 euros mensuales, pero la propietaria no vio ni un euros durante el tiempo que el acusado estuvo allí. El juzgado acabó echándole de la vivienda, que Báñez abandonó llevándose 34 cabezas de animales (tasadas en 2.040 euros) que habían sido cazadas por el difunto marido de la propietaria.

Para el Supremo, la pena de 5 años por el delito de estafa es proporcional a la gravedad del hecho y tiene en cuenta «el importante quebranto económico ocasionado a una de las víctimas, S.E., quien perdió todos los ahorros que tenía para comprarse una casa y también a la entidad del engaño, a su mendacidad, al crear una apariencia de amistad, jugando también con los sentimientos de sus víctimas con el único propósito de sacar un provecho ilícito».

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