Cientos de magrebíes quieren viajar desde Ceuta con una simple petición de asilo

Intentan aprovechar la vía abierta en abril por un juez canario y colapsan la oficina de la ciudad autónoma

Los inmigrantes marroquíes, ayer en las inmediaciones de la oficina de asilo en Ceuta EFE

Cientos de inmigrantes irregulares marroquíes, que hace unas semanas cruzaron la frontera por el espigón del Tarajal para llegar a Ceuta, colapsan las oficinas de asilo de la ciudad autónoma para pedir esta medida de protección. La razón de este aluvión, según fuentes policiales consultadas por ABC, es que entre estas personas ha corrido la información de que un juez de Las Palmas había dictado un auto el pasado 14 de abril que permitía a un subsahariano podía viajar libremente a la Península solo con la solicitud de asilo.

Como adelantó este periódico, esa decisión judicial amenazaba con provocar una avalancha de peticiones de asilo, porque lo que buscan los inmigrantes irregulares, ya sea en Canarias o en Ceuta, es llegar a la Península. «Saben que no tienen posibilidad alguna de que se les conceda, pero la simple petición se convierte con esta decisión judicial en un salvoconducto para moverse con tranquilidad por todo el territorio español, e incluso para dar el salto desde aquí a otros países europeos, que es el auténtico objetivo de muchos de ellos», explican las fuentes consultadas.

Fraude

Por tanto, no se trata solo de pedir asilo y mientras esperan si se lo dan o no poder permanecer en suelo español; lo que buscan es poder tener libertad deambulatoria, porque la mayoría ni siquiera se van a presentar cuando sean citados para determinar si son susceptibles de ser asilados.

Las fuentes de la ciudad autónoma consultadas por ABC explican que ante esta avalancha, y con la evidencia de que la mayoría de los aproximadamente 250 marroquíes que hacen cola ante la oficina de asilo solo buscan el papel en el que conste la solicitud del mismo, se está dilatando todo lo posible la citación de los candidatos, con la idea de ganar tiempo para poder proceder a su expulsión antes de que llegue ese día. «Se sabe que no reúnen los requisitos y que la noticia de ese auto judicial ha corrido entre los inmigrantes irregulares como la pólvora, así que ha habido que diseñar una estrategia que, dentro de la legalidad, permita combatir una práctica que no deja de ser fraudulenta».

Este 'efecto llamada' ante la oficina de asilo de Ceuta, que comenzó ayer por la mañana, viene de un auto judicial, dictado el día 14 de abril, en el que el titular del Juzgado de los Contencioso-Administrativo número 5 de Las Palmas obligó a la Policía a que permitiera volar a una persona en situación irregular únicamente con acreditar ser solicitante de asilo o, en su defecto, tener un pasaporte en regla.

Como avanzó ABC, este pronunciamiento judicial allana el camino para que los inmigrantes en situación irregular pudieran llegar a la Península simplemente por haber solicitado, que no recibido, la protección internacional. Fuentes policiales ya alertaron entonces de las consecuencias que tendría este auto.

Efectos rápidos

En las semanas posteriores a que se dictara el auto, su efecto ya se dejó notar en el archipiélago. Los más impacientes lo intentaron antes de que decayera el estado de alarma por la pandemia, paraguas al que se acogieron las Fuerzas de Seguridad para evitar salidas masivas de Canarias. Otros obedecieron el consejo de las ONG y esperaron a que el estado de alarma perdiera su vigencia para solicitar el asilo y, acto seguido, ir al aeropuerto para hacer uso de su libertad de movimiento y viajar a la Península. Las mafias, evidentemente, también conocen este texto legal.

Mientras tanto, la Policía continúa con las expulsiones, que han llegado a las 300 algunos días. Cada vez se ve a menos inmigrantes irregulares deambular por las calles de Ceuta y la Policía los expulsa en cuanto cumplimenta los trámites necesarios. El lunes, por ejemplo, se desmantelaron un par de asentamientos, de entre 20 y 30 personas. Con los adultos Rabat no pone impedimento alguno. Es más; a veces, desde el otro lado de la frontera se pregunta por qué ha bajado el ritmo de expulsiones.

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