Salvador Sostres - Todo irá bien
Los chalecos
A los pocos días del golpe de Estado, el primer consejero de la gobernación que tuvo Jordi Pujol, Joan Vidal i Gayolà, se presentó al consejo ejecutivo con un chaleco antibalas para cada conseller. El president dijo que no había manera de ponérselos sin quedar ridículos y le preguntó a Vidal si había probado que realmente sirvieran. El conseller se los llevó y a la semana siguiente le dijo a Pujol que se olvidara de ellos. «No funcionan, president. Se los pusimos a unos cerdos de mi suegro, les disparamos y murieron todos sangrando como bestias».
El catalanismo hace años que ha perdido el sentido del ridículo y no se pregunta si funcionan sus chalecos. Joan Tardà le dijo ayer a Rajoy que si acaba en la cárcel por el desafío al Constitucional «los catalanes nos liberarán», cuando todo el mundo sabe que lo más que harán será un concierto de Lluís Llach.
El presidente Rajoy les tuvo que recordar que lo más importante en democracia es cumplir la Ley y con el mismo paternalismo con que por la mañana había desnudado la demagogia de Pablo Iglesias, les explicó tanto a Tardà como a Quico Homs en qué consiste la soberanía nacional, y les advirtió de que su famosa hoja de ruta no les llevará a ninguna parte.
Los independentistas presumen de ser la causa que impide la formación de Gobierno, pero mientras el PP obtienen más diputados en cada elección, Convergència no para de desangrarse –como los cerdos del suegro de Vidal–, Esquerra está estancada, y peligra la mayoría independentista en el Parlament.
Las cifras del independentismo son tan frágiles que Mariano Rajoy pudo permitirse el lujo de reprocharle a Homs que hablara en nombre de todos los catalanes porque, en la circunscripción «más poblada», en referencia a Barcelona, «el PP obtuvo más escaños que su partido», y eso que el Partido Popular casi ni existe en Cataluña.
Al presidente le bastó con repasar los conceptos más elementales, y al modo de Barrio Sésamo, para dejar claro que el principal enemigo del independentismo no es el Estado sino su propio nivel.