Cataluña, de nuevo pendiente de una asamblea de la CUP para aprobar los presupuestos
Las bases de los antisistema votan hoy si apoyan las cuentas de Aragonès (ERC) y Giró (Junts)
Los militantes de Endavant, Poble Lliure y Piratas de Cataluña, todos ellos partidos de extrema izquierda que integran la CUP, se han reunido este fin de semana para debatir en asamblea el futuro de los presupuestos de la Generalitat y, en gran medida, el futuro de Pere Aragonès como presidente del Govern catalán. Hoy votarán sus conclusiones en una consulta interna. Quienes conocen las interioridades de la formación anticapitalista no ven nada claro que su militancia avale a la primera unas cuentas que llevan el sello de Jaume Giró, consejero de Economía y Hacienda por Junts y exdirectivo de banca. Ocurra lo que ocurra, Cataluña vuelve al ‘déjà-vu’ de tener a toda su clase política pendiente de las asambleas de los antisistema, una vieja historia que el ‘procés’ ha convertido en habitual.
Por ahora, el ‘no’ parece la opción favorita de varios de los grupos radicales que integran la CUP. Según fueron detallando la semana pasada varios medios catalanes, los militantes más escorados a la extrema izquierda, integrados en Endavant y Lluita internacionalista (Lucha internacionalista), son firmes partidarios de hacer una enmienda a la totalidad a las cuentas elaboradas por Junts y ERC. «Ninguno de los elementos que sirvieron para que la CUP decidiera votar a favor de la investidura de Aragonès se ha materializado», advirtió Endavant en un comunicado el martes.
Según esta corriente mayoritaria dentro de la CUP, la única salida es la enmienda a la totalidad de las cuentas autonómicas . Esa posición es la que se ha defendido en las asambleas con la intención de que sea mayoritaria en la consulta a la militancia que fijará la posición definitiva de la CUP en el Parlament, en principio.
El resultado, mañana
El problema para ERC y Junts es que tampoco los sectores más ‘moderados’ y partidarios de la unidad entre formaciones independentistas son favorables a aprobar las cuentas y se decantan por abstenerse. Es el caso de Poble Lliure o de Constituents per la Ruptura, sectores de la CUP más nacionalistas y tradicionalmente más pactistas con las demás fuerzas soberanistas, pero que ahora también se muestran hostiles a las ofertas del Govern. La votación interna es en forma de consulta-árbol y las bases deberán aclarar primero si presentan una enmienda a la totalidad a las cuentas, o bien se abstienen. Si optan por la segunda opción, deberán decidir si consideran suficiente lo negociado hasta ahora o se apuesta por seguir conversando. El suspense se mantendrá hasta el último momento y el resultado no se conocerá hasta mañana.
Con este panorama, el futuro de la legislatura catalana reposa sobre lo que definan las famosas –e imprevisibles– asambleas ‘cuperas’. Con todo, es difícil hacer pronósticos porque estos espacios de decisión horizontal han dado pie en los últimos años a situaciones que rozan lo kafkiano.
Especialmente memorable fue el caso de la cumbre antisistema de Sabadell de 2015. Las bases de la CUP cerraron con un inesperado empate a 1.515 votos (voto secreto en urna) la asamblea en la que debían decidir ‘in extremis’ si investían a Artur Mas como presidente de la Generalitat. Finalmente, la asamblea no dirimió el asunto y la decisión volvió a la cúpula de la organización, que acabó vetando al líder convergente y precipitó su sustitución por Carles Puigdemont , de perfil más radical y cercano a los ‘cuperos’.
Modos asamblearios
Aragonès también ha tenido que enfrentarse a las votaciones de la formación que lidera en el Parlament la exalcaldesa de Badalona Dolors Sabater. En su caso, fue antes de su investidura, este mismo año, momento en el que el partido antisistema decidió dejar que su militancia eligiera qué hacer con el pacto ERC-CUP que llevó al republicano al Palacio de la Generalitat.
El ‘sí’ se impuso, pero por un margen relativamente estrecho (59,3 por ciento de los votos) que hace pensar que el actual presidente no cuenta con una gran simpatía entre los votantes de la CUP. De hecho, la última encuesta del CEO (el CIS catalán) señaló que los votantes de este partido suspenden al ‘president’: le ponen un 4,5 sobre 10, peor nota que a Laura Borràs o Carles Puigdemont, ambos dirigentes de Junts, que obtienen un 5 y 5,9, respectivamente.
Con todo, las historias que unen las asambleas con el devenir de la política catalana vienen de lejos. En 2006, las bases de ERC ya fueron protagonistas de este fenómeno al contradecir a la ejecutiva del partido apostando por el ‘no’ en el referéndum sobre el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña que impulsaron los republicanos junto al PSC y los verdes de ICV en la época del tripartito de Pasqual Maragall. Esa decisión surgió de las asambleas territoriales de ERC, que se volcaron, desde los Pirineos a Tarragona, a cambiar los planes de la dirección del partido, dejando fuera de juego a la cúpula. Hoy, los de Oriol Junqueras han abandonado estas prácticas asamblearias y las decisiones que afectan a la estrategia republicana se deciden de forma casi vertical en la ejecutiva del partido.
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