Casado afea a Sánchez que vaya al País Vasco a «meterse» con Feijóo

El candidato popular reafirma su compromiso con Galicia: rechazó ser número dos del actual PP y ministro de Rajoy para «servir» a los gallegos

Rajoy, Feijóo y Casado en un mitin en Orense EP / VIDEO: EP

David Gómez

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Fue una mañana para mirar atrás, pero con la vista puesta en el futuro. El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, acompañó en la jornada de ayer a su candidato en Galicia, Alberto Núñez Feijóo, en una fecha especial : el 1 de marzo de 2009 el actual presidente de la Xunta amarraba su primera mayoría absoluta, a la que seguirían otras dos más, y que ahora pretende que se conviertan en cuatro, llegando a los 15 años de gobierno en la comunidad. Casado aprovechó su viaje a Orense, provincia talismán del PP, para cargar contra Sánchez, pero consiguió hacerlo desde una óptica gallega, principalmente, citando el mitin del presidente que se producía ayer casi al mismo tiempo en el País Vasco. Censuró que Sánchez mencionase a Feijóo a pesar de estar en Vitoria , pero no se refiriese a la tragedia acontecida en el vertedero de Zaldibar, donde continúan dos personas desaparecidas. Incluso se aventuró a adelantar qué hubiese pasado si las responsabilidades en tal incidente no recayesen en el Gobierno vasco, del PNV y el PSOE, sino en el PP. «¡Lo que le hubiesen dicho a Rajoy si hubiese pasado en su mandato!» , exclamó Casado. También criticó el popular las malas decisiones del Ejecutivo socialista con Galicia, pues a ojos del líder del PP, «ha hecho todo lo que puede para perjudicar y lastrar a la comunidad».

Le quedó tiempo para incidir en su alocución en la importancia de estos comicios para el conjunto del país: es una cita que debe evitar que además de Cataluña y el País Vasco, «la otra nacionalidad histórica esté liderada por nacionalistas y la extrema izquierda» . Y es que las elecciones en Galicia son a cara o cruz: una mayoría de Feijóo, o un «multipartito» de la izquierda, en el que Podemos y el BNG tendrían que ser los socios de un PSOE que «prefiere mantener la visión de una España desigual, de un Estado asimétrico, del revisionismo del Estado de las autonomías ». Sería la versión 2.0 del bipartito que gobernó entre 2005 y 2009, añadiendo a Podemos y sus socios.

En este contexto, el expresidente del Gobierno y de los 'populares' Mariano Rajoy dejó una reivindicación sobre pactos : cree que el centro-derecha debe gobernar en solitario, evitando «que ni aquí ni en ningún lugar, por alejado que esté, los extremistas, sean quienes sean, estén en los gobiernos o condicionándolos».

Por Galicia

Pero antes de los dos líderes nacionales hablaría un Feijóo que se dio un baño de masas en un anexo del Pabellón de Os Remedios a rebosar y no tuvo reparos previamente Casado en remarcar la «generosidad» del gallego de volver a repetir, ya que es «la esperanza» para Galicia.

Probablemente sepa que es el único que puede conseguir de nuevo una mayoría absoluta. Un candidato que reivindicaría su papel como servidor de Galicia , algo que ve por encima de cualquier otro rol en la vida institucional: es por eso que, según confesó, rechazó ser vicepresidente en el PP de Pablo Casado . También ser ministro del Ejecutivo de Mariano Rajoy y por supuesto, sucederle tras su marcha precipitada por la moción de censura. Todo por seguir en Santiago para gobernar a los 2,7 millones de gallegos.

Y aunque pudiese parecer que 11 años al frente del Ejecutivo autonómico agotan las ganas de continuar de cualquier político, Feijóo comentó que se encuentra «más preparado, con más razones, más fuerza» y también con una evidente mayor «experiencia».

Hizo hincapié en ese «compromiso» con su tierra, que no va a hipotecar pidiendo «permiso a otro partido para cumplir con los compromisos políticos a cambio de sacrificar principios». «Eso ya lo hace Sánchez» , zanjó, para criticar que se siente a dialogar con los independentistas: «Se burlan de nosotros de forma contundente, televisada y continuada» . El PP engrasa así su maquinaria para salir a ganar el 5 de abril. En juego la «estabilidad» tras unos años duros, crisis mediante, y que ahora valorarán los ciudadanos en las urnas.

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