Carlos de Urquijo

Muros y puentes

Este domingo muchos españoles nos hemos visto obligados a salir a la calle para hacer lo que Sánchez debiera pero no quiere

Carlos de Urquijo

Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados de la carrera de la edad cansados- por quien caduca ya su valentía. Esto escribió Quevedo en tiempos de Felipe IV, 'el Rey Planeta' cuando España era todavía un imperio ¿Qué podría habernos dicho hoy con nuestra nación en estado crítico?.

Este domingo muchos españoles nos hemos visto obligados a salir a la calle para hacer lo que Sánchez debiera pero no quiere por puro interés de supervivencia política, plantarnos ante los nacionalismos rampantes que tiran de nuestras costuras con la intención de romper el traje. Lo hemos hecho para pedirle al Estado que no desaparezca de aquellos lugares donde es más necesario y lo hemos hecho para exigirle al Gobierno que defienda nuestro Estado, sus poderes y la integridad de nuestra nación. Solo les pedimos algo muy sencillo, que sean fieles a su promesa de cumplir y hacer cumplir la Constitución.

Una Constitución que es pisoteada desde hace demasiados años en muchas partes de España, no solo en la Cataluña del golpe, también en el País Vasco insolidario o en la Valencia que discrimina a los castellanohablantes. Pero es verdad que lo que hará Sánchez en unos días es la traición más grave ocurrida en democracia después del pacto de Zapatero con ETA en 2011. Indultar a unos golpistas en contra del criterio del tribunal sentenciador y con la sola voluntad de asegurarse dos años más en la Moncloa, tipificado o no, es un delito de lesa patria. ¿Piensa acaso que algún español mínimamente formado va a creer sus soflamas de ausencia de revancha, de concordia, de un tiempo nuevo, para justificarlos?

La concordia solo puede construirse desde el respeto a la ley. Es el abc de cualquier político demócrata que de verdad crea en el Estado de Derecho. Alguien debiera imponerle a Sánchez el castigo de copiar en la pizarra cien veces «para ser libres hay que ser esclavos de la ley» aunque es probable que nadie de su entorno conozca a Cicerón, para la España emocional del tuit, la única que parece interesarles, es suficiente el pensamiento Redondo.

Estos puentes que pretenden construir y nos venden envueltos en el celofán de la reconciliación, el diálogo y el entendimiento se tienden sobre pilares –los indultos- tan perniciosos como inútiles. Solo servirán para que los separatistas continúen con su labor de zapa, ellos son más zapadores que pontoneros, los utilizarán para continuar demoliendo los cimientos de España. El tiempo de los puentes ha estado abierto desde 1978, por ellos hemos transitado todos aquellos que hemos creído en la convivencia desde la lealtad y el respeto mutuo, los únicos que han querido volarlos son los que en unas semanas saldrán a la calle indultados. Ellos y los demás separatistas insaciables que a cada mano tendida de toda España han respondido siempre con una nueva exigencia, con un nuevo desplante, con una nueva afrenta, da igual que fuera el Plan Ibarretxe, el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 o la declaración de independencia de Cataluña. Siempre han tenido un plan oculto, como el que la Guardia Civil encontró en posesión de Vendrell. Y siempre con un único objetivo: Volar los puentes entre españoles, jamás construirlos. Pues muy bien, se acabó.

Tiempo es ya de los muros, de reconstruirlos para que no vuelvan a romperse y aguanten cualquier acometida. Hay que reconstruir los muros del respeto a la ley, a la división de poderes, a nuestro idioma común, al Jefe del Estado, a todo aquello que convirtió a España en un país grande, respetado y admirado no hace mucho tiempo. Esto es lo que ayer reclamamos, sencillo y complicado a la vez. Por eso, porque tenemos la nación en usufructo y nuestra obligación es conservarla para los siguientes españoles, es oportuno finalizar con un brindis, antiguo también, pero con la misma vigencia que los versos de Quevedo. «¡Por España!- y el que quiera defenderla,- honrado muera- y el traidor que la abandone,- no tenga quien le perdone,- ni en Tierra Santa cobijo,- ni una cruz en sus despojos,- ni las manos de un buen hijo, para cerrarle los ojos».

*Carlos de Urquijo pertenece a Unión78

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación