Carlos Salamanca, el valor de las amistades
Tiene grandes defensores y también enemigos, que siempre han apuntado a su abultado patrimonio
Ayer por la mañana, los agentes de la Comisaría General de Extranjería, en la calle del General Pardiñas, se quedaron atónitos. El comisario principal Carlos Salamanca, jefe de la Unidad Central de Fronteras, era acompañado hasta su despacho de la séptima planta por agentes de la Unidad de Asuntos Internos de la Policía. Vestía, como siempre, con ropa de marca que le dan siempre un aspecto joven.
Poco después trascendía que estaba detenido en una operación en la que estaba también implicado su amigo José Villarejo. Salamanca es un hombre extrovertido, simpático y con gustos caros. En el aeropuerto de Barajas vivió los mejores momentos de su carrera profesional hasta que se cruzó en su camino la operación Emperador contra la mafia china, con la que se le relacionó aunque finalmente se sobreseyeron las actuaciones contra él. Eso le costó un puesto que le había permitido tejer una red de amistades en todo el Cuerpo y fuera de él, y por consiguiente tener influencia. Tiene grandes defensores, algunos en el mundo judicial, y también enemigos que siempre han apuntado a su abultado patrimonio.