Antonio Piedra - No somos nadie
Caraduras
«Ese topo anti castellano y anti leonés en cultura se llama José María Lasalle»
Ha caído Soria , el ministro que aborrecía a Castilla y León. Y eso que llevaba un apellido tan noble que acompañó siempre al gran Machado y que le hacía exclamar de gozo: «¡Campos de Soria/ donde parece que las rocas sueñan,/ conmigo vais!». Cuando el exministro de Industria oía en sede ministerial, sita en la calle Panamá de Madrid, la palabra Soria, León, o Burgos, le salía un sarpullido. Algo que preocupaba al presidente Herrera , pues constató que la rubefacción de don José Manuel se había transformado con el tiempo en inquina camino de los juzgados de instrucción. Así que, visto en términos ahorrativos, no hay mal que por bien no venga.
Con Soria, que en paz descanse, no se han ido ni Montoro ni Lasalle , dos poetas del PP que tiene Rajoy en la reserva para hacer metamorfosis en política cuando de Castilla y León se trata. A Montoro le quedan días, o como mucho un par de meses, para realizar sangrías quirúrgicas en las cuentas del reino. A ver cómo Pilar del Olmo evita que el vampiro de Jaén le dé una dentellada en caliente allí donde los recortes pierden su honesto nombre. Lo de Lasalle es harina de otro costal -Montoro sólo aplica políticas de izquierda como puterío de gorriones- por una razón lamentable y reiteradamente cierta: que al PP de Rajoy le interesa tanto la Cultura o la minería de Castilla y León como la luna de Salamanca que no se sabe si es redonda o blanca.
Lo cierto es que el PP de Rajoy tiene en Cultura un topo del 21% que siempre escarba contra de los intereses de Castilla y León, una comunidad que si le quitas su realidad cultural, histórica, turística, y agropecuaria, la reduces a fosfatina pura. Por esto último se decía desde la Edad Media que el estiércol en Castilla es ámbar en Aragón. Ese topo anti castellano y anti leonés en cultura se llama José María Lasalle. Su especialidad es tan variada y rica que no cabe en una columna tan modesta. Basta con recordar su actuación de acoso con el Archivo de Salamanca para entender que estamos ante una eminencia en derribos.
Como sabe lo que hace -está casado con una independentista del PSOE, y es amigo íntimo y presentador en la capital de España del anti español Ferran Mascarell-, Lasalle, con esa pintilla de sectarismo despistado y bobalicón con chaqueta ajustada y posmoderna, se está labrando un porvenir en Cultura como lo haría Sánchez o Iglesias: hay que «tender puentes» a costa del contribuyente.
Derribado el Archivo de Salamanca como la hojarasca, Lasalle cualquier leña se la apaña. Ya dice textualmente, como lo haría el etarra Otegui, que lo de Mascarell forma parte de «un proceso de reflexión intelectual». O sea, que cuando en breves días pidamos a Puigdemont los papeles robados al amparo de una ley abyecta, responderá lo mismo que la Celestina: que de «un solo golpe no se derriba un roble». ¡Caraduras!