El capo de la mafia rusa juzgado en España 15 años después: «La "Kutaiskaya" es un mito»

15 años después de su huída en la 'Operación Avispa', la Audiencia Nacional le juzga por asociación ilícita

Tariel Oniani, en una imagen difundida por la Policía Nacional ABC

Isabel Vega

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El georgiano devenido en apátrida Tariel Oniani se ha sometido este martes a la primera sesión del juicio que celebra contra él la Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional por la organización criminal que en teoría lideraba hace 15 años, cuando siendo uno de los principales objetivos de la 'operación Avispa' contra la mafia rusa en España, escapó gracias a un chivatazo del palacete en Pedralbes al que fueron a detenerle .

A preguntas exclusivamente de su abogado, Oniani, en pie tras una mampara de seguridad a la que ha llegado tras ser extraditado por Rusia, ha centrado su intervención ante el tribunal en defender que nunca desempeñó el papel de máxima autoridad en organización criminal alguna -el rol de «Ladrón en ley»- y que todo es fruto de una leyenda. «La "Kutaiskaya" es un mito», ha zanjado. No obstante, el Tribunal Supremo dio por probada la existencia de esta organización y su implantación en España.

Según ha explicado no sin dificultades para entenderse con la intérprete de la Audiencia Nacional, ese «mito» tiene su origen ya en el régimen de Stalin y en una organización criminal nacida a su abrigo que luchaba contra el imperio ruso precedente, «pero no existe ni ha existido nunca». Así, tampoco la habría liderado él. Atribuye el respeto de los suyos a que le consideran «un héroe» de guerra.

Partiendo de esta premisa, ha negado el resto de hechos por los que está en el banquillo. Afirma que no conoce a la mayoría de las personas con las que se le relaciona y niega haber asistido a las reuniones de «ladrones en ley» en distintos países del mundo en las que le sitúan los investigadores , incluido el cumpleaños del ya condenado Zakhar Kalashov en el hotel Montívoli de Orihuela (Alicante) en 2003 y al que asistió lo más granado del crimen organizado. Sostiene que se encontró a Kalashov «por casualidad» en Barcelona y éste le invitó. Por eso, dice, había en aquel hotel una habitación a su nombre, pero nunca estuvo. «Me siento impotente. No sé cómo demostrar que tal organización no existe», ha apostillado.

En cuanto a esa huida in extremis dejando atrás a su hija de diez años cuando las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se disponían a detenerle, niega asimismo la mayor. Asegura que cuando explotó la operación Avispa se encontraba en Polonia y no hubo, por tanto, ni chivatazo ni fuga. No ha comentado que los agentes que le seguían le vieron horas antes de la entrada y registro en su casa, cenando en Barcelona.

Si no regresó al conocer que España le estaba reclamando fue, siempre según su versión, porque no confiaba en la justicia española . Se basa en que su hija fue confiada al servicio de protección de menores ante la fuga del progenitor y allí estuvo hasta que un juez acordó la reunificación familiar en Rusia. «Tuve que pagar 150.000 euros para que me la trajeran», ha comentado.

El escrito de la Fiscalía Anticorrupción que ha motivado tanto la entrega desde Rusia como el hecho de que haya estado esperando este juicio como preventivo en una cárcel de Pontevedra expone que Oniani ocupó el rango más alto en esa organización y era de los pocos que tenían asiento en la mesa donde se tomaban las decisiones.

Desde esa posición, habría estado liderando la «Kutaiskaya», una organización criminal interrelacionada con otras de índole similar asentada en España a partir de un importante entramado empresarial para aflorar dinero procedente de todo tipo de actividades delictivas, desde el tráfico de drogas hasta la extorsión . Por el blanqueo de esos fondos no llegará a responder. Las autoridades rusas sólo lo han entregado a España para que se le juzgue por asociación ilícita.

El juicio se reanudará este jueves, cuando tras las conclusiones de acusación y defensa, podrá hacer uso de la última palabra.

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