Manuel Marín
La burla permanente de ERC
Sin duda, la «oposición» está en precampaña. Mientras trata de aunar en torno a Pedro Sánchez una imposible coalición de intereses junto a Podemos y Ciudadanos basada en el odio a la derecha, simula trabajar en un Parlamento legalmente constituido que de facto es de cartón piedra. El PSOE pretende sumar a toda la «oposición» –en funciones– para paralizar la aplicación de la ley educativa Lomce. Y, a su vez, los socialistas actuarán como cómplices de ERC para que el Parlamento inste al Gobierno –en funciones– a derogar la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana. Estar en desacuerdo con esa normativa no es ninguna irresponsabilidad, pero sí es un ejercicio de cinismo. Los mismos grupos parlamentarios que recuerdan a Mariano Rajoy su incapacidad jurídica para aprobar leyes, le quieren exigir que incurra en la ilegalidad de derogarlas. Sencillamente, no puede hacerlo porque ejercer como jefe de un Ejecutivo en funciones le exige respeto para las dos caras de la moneda. Si no puede aprobar… no puede derogar. De hecho, ERC está abonada a la ilegalidad. Su concepto de la democracia se basa en un continuo llamamiento a vulnerar la ley.
Más allá de que el Gobierno no pueda aprobar o anular una norma salvo en situaciones muy excepcionales y tasadas, y más allá de que ERC y toda la oposición virtual pretendan desgastar al Gobierno con la derogación de sus leyes por la vía de los hechos consumados, la iniciativa de ERC topa con el sentido común. Si esa ley quedara en suspenso, algo tan simple como expedir el DNI, o la identificación policial de españoles y extranjeros en plena calle ante cualquier indicio de comisión de un delito quedarían sin amparo legal. Cualquier control preventivo en la lucha contra el terrorismo yihadista, o contra el tráfico de drogas, quedaría sin efecto. Y sería factible abrir un pasillo franco a todos los subsaharianos que pretendiesen alcanzar la Península a través de Ceuta o Melilla.
La Ley de Seguridad Ciudadana fue desde su origen un argumento lógico de oposición frontal al PP. Reunía las condiciones necesarias de conflictividad como para regalar demagogia a una oposición como la socialista, que prefirió olvidar que fue el Gobierno de Zapatero quien inauguró las concertinas y las cuchillas en la frontera con Marruecos. Pero hoy esa ley no puede ser derogada por capricho de ERC aprovechando el bloqueo político. Hace falta una oposición que deje de serlo pese a haber perdido las elecciones para imponerlo. Una vez más, ERC se burla de todo.