DIARIO DE ABORDO
El buque Elcano y su crucero más exigente
Cada mes, los guardiamarinas Pedrós y Ferrández ofrecerán un relato de su aprendizaje militar naval
Son las cinco de la tarde en México y las doce de la madrugada en España. El buque escuela Juan Sebastián de Elcano se encuentra atracado en el muelle del RN-6 de Manzanillo, puerto en el que la dotación estamos pasando estos días. Somos los guardiamarinas Pedrós y Ferrández, alumnos de la Escuela Naval Militar, que estamos realizando nuestro crucero de instrucción correspondiente al tercero de los cinco años que dura nuestra formación. Este no es un año cualquiera, y no solo por la pandemia, sino porque estamos conmemorando el V Centenario de la Primera Circunnavegación al globo. Los 236 españoles que conformamos esta dotación nos sentimos muy orgullosos de homenajear la que es la mayor hazaña de la historia de la navegación y le invitamos a embarcar con nosotros para vivir esta aventura.
Esta historia comienza en el aeropuerto de Vigo, tras haber realizado las dos semanas de cuarentena necesarias para garantizar que el buque siga siendo un espacio libre de Covid. Volamos a Guayaquil en un vuelo chárter, y nos incorporamos al resto de la dotación, que ya llevaba cuatro meses de navegación a sus espaldas. Tras presentarnos al comandante, nos dirigimos al sollado, lugar en el que viviremos los próximos meses. La primera impresión fue de agobio, ya que en 113 metros de eslora apenas hay intimidad, pero poco a poco fuimos adaptándonos a vivir de esta forma.
Derecho Marítimo y Formación Militar
Tras pasar tres días en el puerto de Guayaquil, nos hicimos a la mar por primera vez al ritmo de marchas militares interpretadas por la banda de música del ejército ecuatoriano y por la banda española embarcada. La sensación general era de emoción, ya que comenzaba el primer tránsito de nuestras vidas en este buque , y con éste, todas las actividades que los guardiamarinas llevamos a cabo a bordo. Los primeros días de navegación se desarrollaron con total normalidad, navegando con vientos constantes que permitían al barco avanzar a gran velocidad con casi todo el aparejo desplegado . El ritmo de vida es exigente, ya que combinamos las guardias de cuatro horas con clases de ingeniería y clases de asignaturas militares, tales como Derecho Marítimo y Formación Militar.
Dentro de estas actividades, una de las más emocionantes es la de trabajar en altura. Cumpliendo con todas las medidas de seguridad establecidas, los guardiamarinas subimos a los cuatro palos del barco para apoyar a la dotación en las maniobras de izado, cargado y aferrado de velas.
Para la gran mayoría de nosotros, esta ha sido la primera vez que navegamos en aguas del Océano Pacífico. Es impresionante realizar maniobras a 40 metros de altura y avistar todo tipo de cetáceos como delfines, ballenas y especies como peces voladores, que nunca habíamos visto.
Otro acaecimiento importante fue el paso del Ecuador, del hemisferio sur al hemisferio norte . Es tradición en el barco realizar una fiesta cuando se lleva a cabo este paso, sin embargo, en esta ocasión, la fiesta tendrá que esperar a la salida de Manzanillo debido al ajustado horario del barco.
Días después, tuvimos que hacer frente a la primera de las calmas que vamos a vivir . Esta en particular fue debido a la entrada en la zona de convergencia intertropical, zona de incertidumbre meteorológica que se caracteriza por la ausencia de viento. Para paliar esta carencia, llevamos el rumbo de nuestro barco al oeste para conseguir salir cuanto antes de esta zona.
En torno a las seis de la mañana, estos dos guardiamarinas que os escriben, montando guardia de alba en la cámara de Derrota, avistamos la primera porción de tierra mexicana por la banda de estribor, tras tres semanas de navegación . Ambos nos sentimos como aquellos antiguos marinos que gritaban «tierra a la vista» tras largas singladuras. A las 12 de la mañana se tocó babor y estribor de guardia, lo que significa que la entrada en puerto es inminente, y finalmente llevamos a cabo el atraque, escoltados por una corbeta mexicana.
La estancia en esta base militar está siendo inmejorable. Hemos podido disfrutar de una suculenta cena de Nochebuena en un salón proporcionado por la base y de todas las instalaciones, que no son pocas. Hemos realizado torneos de fútbol, pasado mucho tiempo en la piscina y zona de hamacas. Con motivo de estas fechas singulares también realizamos un concurso de belenes a bordo, en el que cada destino del barco montó un Nacimiento. En en el caso de los guardiamarinas, fue un belén viviente interpretado con mucho cariño y con el que esperamos ganar la competición.
Esta ha sido nuestra primera toma de contacto con el buque y nos sentimos muy orgullosos de la misión que estamos llevando a cabo. Desde México, esperamos que las Navidades se hallan desarrollado lo mejor posible y os esperamos en el próximo artículo.
Buena mar y vientos de popa.