Análisis
Bloqueo mental en el PSOE
El reforzamiento del liderazgo interno de Pedro Sánchez no parece servir de mucho para consagrar su liderazgo externo como candidato a presidir el Gobierno
El reforzamiento del liderazgo interno de Pedro Sánchez para que nada se mueva en el PSOE sin que él lo autorice no parece servir de mucho para consagrar su liderazgo externo, ante la militancia y el electorado, como candidato a presidir el Gobierno. El PSOE está estancado , rehén de un bloqueo mental , y a Sánchez le penalizan sus contadas apariciones públicas y su ausencia del Congreso. Ni siquiera el desapoderamiento de los barones o la restricción de las potestades al Comité Federal han conseguido mitigar la contestación interna. Es cierto que con el retorno de Sánchez a la secretaría general el PSOE se conjuró para que los odios cainitas no se ventilasen en público. Pero aquella máxima de «coser heridas» fue solo una metáfora, un parche puntual, un mito resignado que solo conseguía aplazar la reaparición de rencores que nunca se perdonaron .
Hoy no se producen enfrentamientos públicos y al límite como los que protagonizaron Sánchez y Susana Díaz . Pero eso no implica que en el PSOE no exista una creciente preocupación interna por la parálisis que los sondeos siguen diagnosticando para el socialismo. Décima arriba, décima abajo, nada rescata al PSOE de un estado catatónico, desmoralizante y cabizbajo entre los escaños. Ferraz debe hacerse la misma pregunta que Génova. ¿Qué está en crisis? ¿El liderazgo? ¿La marca del partido frente a Ciudadanos? ¿O el modelo ideológico, en la medida que las expectativas electorales apuntan más a una evolución generacional del voto que a la ideología del electorado?
El PSOE no debe dudar de su espacio ideológico con un suelo mínimo, ya ganado e incondicional, de cinco millones de electores. Su problema, distinto al del PP, es su incapacidad para expandir su terreno de búsqueda de sufragios , ámbito en el que Ciudadanos, sin ningún desgaste derivado de la gestión de poder, porque sencillamente no lo tiene, se desenvuelve a favor de corriente . El PP sufre un virulento desgaste derivado de su gestión, su adanismo y su imagen. El PSOE, al contrario, no arranca por incapacidad manifiesta de convencer a un electorado más transversal y desideologizado que nunca. Cuestión de credibilidad perdida .
Sánchez es además el líder político nacional peor valorado entre sus propios votantes, y tras el cruento episodio que le devolvió a la secretaría general, la tendencia de los sondeos no le ha permitido ganar absolutamente nada. Más aún, el PSOE, como marca electoral, solo ha recuperado posiciones durante el periodo en que Sánchez había sido forzosamente destituido. Las casualidades no existen. Sánchez tendrá que cambiar de estrategia .
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