La biógrafa de Juan Carlos I: «No se da por vencido. Continúa indomable»
Laurence Debray ha presentado hoy en París «Mon roi déchu» (Mi rey depuesto), donde habla con el padre del Rey y habla sobre su reinado y su vida en Abu Dabi
![Laurence Debray y Juan Carlos I](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2021/10/06/libro-juan-carlos-khBE--1248x698@abc.jpg)
Laurence Debray (París, 1976) ha escrito sobre Juan Carlos I el libro de imprescindible lectura para todos los españoles que deseen comprender la grandeza y demonios que amenazan y son la matriz de todas las libertades e instituciones nacionales, desde la muerte del general Franco (1975) hasta el puzzle político inestable de primeros del siglo XXI.
«Mon roi déchu» (Mi rey depuesto) es, al mismo tiempo, la historia de una fascinación íntima por el personaje histórico y una crónica impresionista de la caída y destierro de Don Juan Carlos, culminando con un «parricidio» atroz.
Hija de Régis Debray y Elizabeth Burgos , que intentaron educarla en un cierto «culto» a la figura histórica de Fidel Castro, ahijada de Simone Signoret y Roberto Matta, esposa de Émile Servan-Schreiber, hijo de Jean-Jacques Servan-Screiber, ensayista, historiadora, autora de una biografía y un ensayo de referencia sobre Don Juan Carlos I, «La forja de un rey: Juan Carlos I, de sucesor de Franco a Rey de España. Política exterior y democratización interior» (2000), Laurence Debray ha escrito una historia cuyas intimidades iluminan la tragedia íntima de Rey que orquestó la transición, instauró la democracia parlamentaria y la defendió contra los militares golpistas.
«Una caza de elefantes, acompañado de una amante, no debiera manchar una herencia bendita»
En un tono razonablemente colérico, Laurence Debray comienza por afirmar su primera convicción profunda: «Los españoles debieran estar orgullosos de su reinado. En cuarenta años, España dio su gran salto a la modernidad. Don Juan Carlos estuvo a la altura de los desafíos históricos . Una caza de elefantes, acompañado de una amante, no debiera manchar una herencia bendita». En un tono entre intimista y pedagógico, sin ocultar nunca ningún detalle sobre los escándalos protagonizados por Don Juan Carlos, la historiadora describe de este modo los orígenes de la tragedia en curso:
![Portada del libro de Laurence Debray](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2021/10/06/juan-carlos-libro-kUuD--220x220@abc.jpg)
«Alejándose, Juan Carlos se llevó consigo una página ejemplar de la historia española, la transición democrática, a menudo olvidada por una generación de españoles que ignoran lo que le deben. El gobierno actual, una frágil coalición que va de la izquierda a la extrema izquierda republicana, aliada con los independentistas vascos y catalanes, laboriosamente conseguida tras tres elecciones, desea hacer tabla rasa del pasado, liberarse de los viejos demonios. La vida privada, disoluta y reprensible del viejo monarca, que manchó su obra política, solo alimenta los discursos del momento. La Corona se ha convertido en una institución debilitada, que debe justificar su utilidad cada día. La monarquía ya no está garantizada, es discutida y discutible. Felipe VI tiene el timón con aplicación y austeridad».
«Felipe VI encarna una Corona virtuosa y meticulosa para mejor borrar el laxismo y la permisividad de su padre»
«Para no hacer sombra a su hijo -continúa la historiadora-, que ha afrontado diez meses sin gobierno, cuatro elecciones legislativas en cinco años y una crisis institucional en Cataluña, mi rey jubilado se mostró discreto. Como su propio padre lo fue, antes que él…». Discreción de Don Juan Carlos acompañada del 'trabajo de fondo' de Felipe VI: «Él encarna una Corona virtuosa y meticulosa para mejor borrar el laxismo y la permisividad de su padre». Cohabitación que culminó en tragedia shakesperiana: «La víspera del primer confinamiento, el 15 marzo de 2020, el parricidio, simbólico , hasta entonces, se hace oficial. La Zarzuela anuncia que Don Felipe renuncia, para él y para sus hijos, a la herencia paterna. Ante la revelación de las cuentas de su padre, en Suiza, el Rey corta todos sus lazos financieros con su padre, retirándole su asignación pública anual».
Laurence Debray termina encontrando a su héroe en el destierro, solo, y le hace este «reproche» y sugerencia: «Majestad, debe usted hablar a los españoles, que tienen necesidad de comprender . Debe usted justificarse. Todos necesitamos explicaciones. Y piense en construir su leyenda, Majestad. Nadie lo hará por usted». A lo que Don Juan Carlos I responde: «Las instituciones que dejé debieran ser suficientes. Las instituciones hablan por sí mismas. Pero, es cierto, las instituciones se destruyen más fácilmente que se construyen».
Con cierto pudor, casi todo está dicho: de la íntima tragedia shakesperiana a la incertidumbre sobre el futuro de España. Laurence Debray concluye entre la duda y el voluntarismo: «Me entristece ver a don Juan Carlos I en esta situación, constatar que está solo y necesitado. La verdadera soledad quizá sea esa, cuando no puede contarse con la buena voluntad de su propio país. Un rey sin reino, un rey desarraigado, son la personificación de lo trágico [ .. ] Don Juan Carlos no se da por vencido . Continúa indomable, pese a todo».
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