La batalla partidista agrieta el bloque nacional ante el 1-O
La moción de censura de Cs en el Parlament y la comisión del PSOE distorsionan la unidad
La imagen de unidad exhibida la semana pasada por los grupos no separatistas en el Parlamento catalán, que denunciaron en bloque el ataque independentista a la legalidad, corre el riesgo de resquebrajarse. Aunque los líderes del PP, el PSOE y Ciudadanos se han conjurado en La Moncloa para afrontar cohesionados el desafío en Cataluña, lo cierto es que las estrategias partidistas han abierto grietas en lo que debía ser un dique de contención constitucionalista. Las propuestas de los grupos, lejos de estar consensuadas, vislumbran una lucha de protagonismos por tomar la iniciativa. En privado, desde las tres filas de ámbito nacional, reconocen que su pugna partidista puede ser «nefasta» para encarar el 1 de octubre.
«Busca protagonismo»
PP, PSOE y Ciudadanos afrontan divididos varias iniciativas parlamentarias planteadas de parte ante la crisis catalana. Desde la moción de censura de Cs en el Parlament, que no goza del apoyo del PSC ni del PP. O la comisión de Pedro Sánchez para revisar el modelo territorial autonómico, que el PP aceptó a cambio de asegurarse el respaldo de Ferraz, y que Albert Rivera denostó tildándola ayer de «show». Un comentario que hizo revolverse al grupo socialista, que acusó al líder de Cs de buscar la «foto».
Tampoco hay consenso a priori sobre la proposición no de ley que Cs llevará la próxima semana al Congreso para que los grupos «se retraten» en su «apoyo institucional a la defensa del Estado de Derecho en Cataluña». El PP anticipa que votará a favor, pero lamenta que no se haya impulsado conjuntamente. El PSOE denuncia que no se sabe si «pretende unir o dividir todavía más» a la clase política.
La portavoz socialista, Margarita Robles, fue directa contra Rivera, tras despreciarle este antes la mesa propuesta por Ferraz: «En los últimos tiempos lo que quiere Ciudadanos es llamar la atención pidiendo fotos». Fue Rivera quien el viernes aireó las reticencias de Sánchez a retratarse con él y Mariano Rajoy en La Moncloa. «Buscan su hueco porque saben que la respuesta al desafío en Cataluña está en el Gobierno y en los alcaldes del PSC», concluye un dirigente de Ferraz.
Pero, sin duda, la amenaza de más riesgo a esa unidad de los partidos nacionales en Cataluña es la moción de censura que planteó Inés Arrimadas, líder de la oposición, de manera sorpresiva. La anunció el miércoles por la noche, tras la primera jornada aciaga de rodillo separatista en el Parlament. Un último «cartucho» para echar a Carles Puigdemont y convocar urnas. Arrimadas avisó por mensaje de teléfono a los líderes del PSC y del PP, Miquel Iceta y Xavier García Albiol, segundos antes de anunciarlo a la prensa. Iceta y Albiol le advirtieron de que no tenía apoyos suficientes y que sería un «grave error» que debía reconsiderar. Demasiado tarde. A estas horas, Cs presiona al PP para que le ceda dos escaños que le faltan para poder registrarla. Génova admitió ayer que «si no hay otro remedio», los cederán para no poner en riesgo su pacto.
El PP catalán sigue cerrado en banda porque, tras el «no» inamovible del PSC, avisan de que se «rompe la unidad de la oposición frente al independentismo en un momento excepcionalmente grave». Rivera contestó ayer en los pasillos del Congreso: «Quien se sale de la foto son los que no apoyan la moción de censura». El lunes su tono fue más duro al acusar de «cobardes» y «mediocres» a PP y PSOE si no le dan su apoyo. Les reprochó que «solo miran por su culo» (sic).