Asedio impune a la Guardia Civil
Una polémica actuación de los Mossos obliga a los agentes a estar casi 24 horas encerrados en la sede de Vicepresidencia
El registro el miércoles de la Vicepresidencia y Consejería de Economía de la Generalitat, en la Rambla de Cataluña, derivó hasta primeras horas de la mañana en un asedio de casi 24 horas a la Guardia Civil. La insólita situación fue posible, como informó ayer ABC, porque en contra del criterio de seguridad habitual, los Mossos d’Esquadra no montaron desde el primer minuto dispositivo de seguridad alguno alrededor del edificio. Eso permitió a los secesionistas, unas decenas al principio y decenas de miles a lo largo del día, llegar hasta la misma puerta de la sede oficial. El martes, en Gerona, con una operación mucho menos compleja, la Policía autonómica sí cortó de inmediato la calle para que la entrada y registro en Agissa pudiera realizarse con absoluta tranquilidad.
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Desde el principio el acoso a los dos guardias civiles y tres mossos que vigilaban la puerta fue constante. Gritos a muy pocos centímetros de sus caras; radicales subiéndose a los vehículos del Instituto Armado; individuos encaramándose en la fachada para colocar sus carteles secesionistas y esteladas, y funcionarios buscando desde el balcón su minuto de gloria ayudando a colgar esa cartelería, fueron moneda común durante las primeras 17 larguísimas y tensas horas. El despliegue de la Policía autonómica, mientras, estaba a notable distancia .
El asedio a la Guardia Civil fue posible en la medida en que los Mossos no desplegaron dispositivo de seguridad alguno
Los Mossos se manejaron con aparente pasividad , al menos en la primera hora de registro, cuando la situación aún era muy manejable. Cuando empezaron a concentrarse miles de personas cualquier actuación era ya más delicada y no fue hasta bien entrada la noche, ya con una concentración mucho menor, cuando los antidisturbios hicieron acto de presencia ante la puerta del inmueble. Habían pasado muchas horas de registro -éste ya había terminado- y los guardias civiles aguardaban con paciencia a que se les facilitara la salida.
Los hombres del Instituto Armado habían acudido a hacer la diligencia sin material antidisturbio alguno y en un número pequeño, precisamente porque se quería dejar muy claro que su actuación era consecuencia de una decisión judicial y que la competencia de seguridad ciudadana en Cataluña es exclusiva de los Mossos.
En el edifico asediado no solo estaban los guardias civiles, sino también el resto de la comitiva judicial. Ya entrada la tarde, visiblemente nerviosa, la secretaria del Juzgado de Instrucción 13 de Barcelona llamó por teléfono a su titular, que había ordenado la operación, para explicarle que no podían salir. El magistrado, Juan Antonio Martínez Sunyer , entró entonces en contacto con el Major de los Mossos, José Luis Trapero, para ordenarle que desplegara un dispositivo para permitir una salida segura.
La respuesta del mando policial fue que lo haría, pero que llevaría su tiempo y que se haría sin violencia. Fuentes de los Mossos afirman que además le explicó que llevaba todo el día en contacto con los responsables del TSJ y la Fiscalía para tratar del asunto y que le precisó que era la propia comitiva judicial quien había ido retrasando su salida del edificio, voluntariamente, porque aseguraba que no había terminado aún la diligencia. Incluso, esos medios aseguran que los guardias dijeron en algún momento que pasarían «toda la noche allí».
Por una puerta lateral
Lo cierto es que la situación se prolongaba. La Policía autonómica ofreció s acar a la comitiva por una puerta lateral , e incluso se planteó la posibilidad de hacerlo desde la azotea con un helicóptero. Para la Guardia Civil era inaceptable, porque no estaba dispuesta a abandonar sus vehículos, que es material del Instituto Armado. Además dejaron claro que saldrían por la misma puerta por la que habían entrado. Finalmente, la secretaria judicial y otro personal del juzgado sí fue evacuado por la citada puerta lateral.
El primer cordón de los antidisturbios de los Mossos ante la puerta de la Vicepresidencia se montó en torno a la una de la madrugada, cuando ya los vehículos del Instituto Armado eran poco más que chatarra. Con la concentración formalmente desconvocada, en la zona quedaba apenas un millar de personas, la mayoría jóvenes muy radicalizados que protagonizaron pequeños enfrentamientos con los agentes . Hubo algún herido leve. Los vendedores ambulantes de cerveza ya habían hecho su agosto.
Los jóvenes radicales concentrados a la salida de los agentes protagonizaron enfrentamientos con los efectivos de la Benemérita
A pesar de estar desplegados, no puede decirse que la Policía autonómica actuara con celeridad para permitir la salida de los guardias civiles; es más, tenían la orden de Trapero, de que fueran «especialmente restrictivos y cuidadosos con el uso de la fuerza». Desde luego se cumplieron sus órdenes, aun a costa de que los hombres de la Benemérita siguieran bloqueados varias horas más, sin que hubiera detención alguna. En algún momento, según fuentes consultadas, hubo nervios en el edificio. La Guardia Civil, harta de tantas dilaciones, advirtió a los mandos de los Mossos de que estaba dispuesta a movilizar a los agentes de sus unidades de Intervención para resolver de una vez la situación.
Primeras salidas
Pasadas las tres de la madrugada los primeros cinco guardias civiles de paisano salieron de la sede oficial, custodiados por los Mossos que les abrieron un pasillo de seguridad en medio de algún lanzamiento de objetos contundentes sin mayores consecuencias. Tras recorrer unos metros andando hasta Gran Vía, los agentes subieron a dos vehículos camuflados.
Finalmente, a las siete y cuarto de la mañana, casi 24 horas después de haber entrado, los guardias uniformados salieron de la Vicepresidencia de la Generalitat protegidos por los Mossos. A esas horas en la zona apenas quedaban radicales, ya cansados de «fiesta». Algo antes, a las siete menos veinte, dos guardias civiles habían salido para comprobar el estado de sus vehículos, que finalmente fueron retirados por una grúa municipal y llevados a la Comandancia.