Artur Mas y el soberanismo convierten el juicio por la consulta del 9-N en un mitin

Aasume la responsabilidad «de todo» pero asegura que no fue advertido de las consecuencias de desobedecer al TC

En primer término, Joana ortega, a su izquierda Artur Mas e Irene Rigau Efe
Àlex Gubern

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Fue el primer capítulo de lo que los partidos independentistas definen como la «movilización permanente» hasta la secesión, un combinado de presión callejera junto a la acción de un gobierno y un Parlament decididos a sacar adelante la «hoja de ruta» incluso por encima de la ley .

Ayer en el paseo de Lluís Companys se ofició el primer capítulo de esta estrategia, una comparecencia judicial convertida en un acontecimiento político.

En el interior de la sala del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), el expresidente de la Generalitat Artur Mas y dos de sus consejeras declarando por su supuesta participación en la organización de una consulta ilegal (9 de noviembre de 2014) ; en el exterior, alentados por el conglomerado indepenentista de partidos, entidades y la propia Generalitat, miles de enfervorizados seguidores -40.000 según la Guardia Urbana- cumpliendo con su parte de la «hoja de ruta». Solo el primer estadio de lo que está por venir en los próximos meses.

Tanto en el exterior como en el interior del Palacio de Justicia se cumplió el guión. A pie de calle, la liturgia habitual de los ya cíclicos «días históricos» : autocares llegados de toda Cataluña, «romería» de los políticos para sentir el apoyo de las masas y cientos de banderas al viento, en lo que varias asociaciones de jueces han denunciado como una inaceptable coacción al tribunal.

Dentro, los acusados se ciñeron al guión de lo previsto, en una aparentemente contradictoria estrategia de defensa que combina la grandilocuencia de las declaraciones públicas -«lo volveríamos a hacer», en palabras de Mas el domingo- con el intento de la defensa de descargar la responsabilidad de lo sucedido el 9-N en los voluntarios, así como demostrar que los encausados no sabían de las consecuencias y términos exactos de la prohibición de celebrar la consulta ordenada por el Tribunal Constitucional.

Ambigüedad

Es lo que trató de explicar Mas, que como Irene Rigau , exconsejera de Educación, y Joana Ortega, de Gobernación, solo respondieron a las preguntas de sus abogados.

Pasadas las diez de la mañana, y con el notorio enfado del presidente del TSJC por el retraso acumulado -llegó a advertir a los abogados de ello-, el expresidente catalán asumió como propia la «iniciativa política» de los hechos.

«Fui el responsable de todo (...) las directrices las daba yo» , dijo el expresidente, aunque aseguró que tras la transformación de la consulta en un «proceso participativo» tras la orden del TC, no hubo «ánimo de desobedecer», y que la consulta, pese a las evidencias presentadas por la Fiscalía, no fue «directamente organizada» por la Generalitat .

En esta línea, y en lo que con probabilidad centrará la estrategia de las defensas, Mas aseguró que «no fuimos formalmente comunicados o requeridos» de las distintas providencias del TC, ni tampoco de las consecuencias de desobedecer lo dictado.

Del mismo modo, el expresidente dio a entender que tanto la actuación del Gobierno haciendo «mofa» y «ridiculizando» la consulta, como el propio TC al no advertir de manera expresa de lo que sucedería si no se le atendía, crearon un escenario de ambigüedad en el que Mas, dijo, tuvo que escoger entre lo que le decía el Constitucional y el «clamor» popular para sacar adelante la votación. Escogió lo segundo.

«No lo impidieron»

En esta misma línea argumental, Mas se preguntó por el hecho de que «si era tan evidente que la votación era un delito, ¿por qué el TC no hizo nada el día 9 para impedirlo?» , lo que le valió la amonestación del presidente del tribunal, que le recordó que él estaba ahí para responder preguntas, no para plantearlas.

Del mismo modo, y ya no en formato pregunta, Mas apuntó que el fiscal del caso, Emilio Sánchez Ulled , de guardia el 9-N, tampoco actuó ese día pese a las denuncias que se presentaron .

Tras la intervención de Mas, unos 45 minutos, Ortega y Rigau corroboraron la versión de que la consulta, en realidad, la organizaron los voluntarios, y de que tampoco se coaccionó a los directores de institutos para abrir los centros.

Cumplido el trámite de la declaración, y ya suspendida la vista, los tres encausados volvieron a darse un baño de masas , arropados por los miles que seguían en el exterior del Palacio de Justicia. Lo previsible.

El juicio se retoma hoy con la declaración de varios testigos, la mayoría de la Fiscalía y de la acusación particular, centrados en asuntos determinantes como la apertura de los colegios y los encargos de la Generalitat en relación con las urnas y otros aspectos logísticos. Ya sin la presión de las manifestaciones en la calle, el juicio del 9-N entra desde hoy en un terreno más técnico , menos político. La «movilización permanente» da paso a la acción de la Justicia.

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