ENQUIRIDIÓN

Del himno a la chirigota

«Este gobierno, que algunos odiaban, y todos temían, empieza a parecer ridículo»

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en el cierre de la campaña madrileña San Bernardo

Álvaro Delgado Gal

La debacle del Gobierno en Madrid ha tenido dos efectos, uno esperable y otro no tanto. Se comprende que el Ejecutivo ande nervioso, y no termine aún de tomar tierra: es lo que pasa cuando se recibe una bofetada electoral. Más raro, casi portentoso, es que un Gobierno que algunos odiaban, y todos temían, empiece a parecer ridículo. Esto es políticamente muy grave. Es, casi, lo más grave. Me explico.

En sustancia, los problemas gordos que afligen a Sánchez y su equipo siguen siendo los de hace un mes: base parlamentaria precaria, asociación con enemigos del Estado e incompatibilidad entre las exigencias de Bruselas y la línea económica auspiciada por los ministros bolivarianos o de confesión comunista. Añadan a esto la mala gestión de la pandemia, las incursiones imprudentes en el poder judicial, la volatilización mental del ministro del Interior… y suma y sigue. Así estábamos hace dos meses, y así continuamos ahora, ni mejor, ni peor.

La propia derrota en Madrid podría interpretarse, verosímilmente, como un episodio local, ocasionado por una campaña desatinada. El caso, sin embargo, es que el traspié no ha trascendido a la opinión como un accidente provisional, sino como la primera señal de que nuestros gobernantes no son viables. ¿Por qué?

Hasta la fecha, el electorado ha sido, si no un enigma, sí un objeto de especulación: oprimido por el virus, desmovilizado por urgentes razones sanitarias, no hablaba/no sabía, como suelen decir las encuestas. Cataluña, donde el PSC ha obtenido un resultado apreciable, es una región enmarcada en un escenario peculiar. La abstención fue muy notable, y el retroceso espectacular de Ciudadanos benefició sobre todo a los socialistas y, en cierta medida, a Vox. Los dos hechos de más relieve, en el fondo, fueron la baja participación y el fracaso del PP. Madrid, sin embargo, no es tan peculiar como Cataluña, a despecho de la propaganda gubernamental. Y el mensaje que ha lanzado, es el de una larga ira contenida. La Pitonisa ha salido de su mutismo y ha despejado la incógnita: los ciudadanos, en fin, están hasta las narices.

Esa evidencia ha sido como el bocinazo que en las islas volcánicas del Pacífico anuncia la inminencia de una erupción volcánica. A ministros, secretarios de Estado y tal cual representante oficioso de la izquierda, les ha entrado el Baile de San Vito. La vicepresidenta Carmen Calvo, en una intervención inenarrable, ha revuelto los berberechos con los nazis y con la mala catadura de los madrileños, que no les votan. Y Sánchez, exhibiendo la falta de altura que en él es habitual, ha desplazado la responsabilidad del batacazo a la federación del PSOE en Madrid: Franco, secretario general, ha tenido que dimitir, mientras se presionaba al candidato Gabilondo para que no recogiera el acta de diputado. Todo pobre, brutal, y estúpido: los que habían hecho la campaña, atropellando a los representantes autonómicos del partido, eran los señores de La Moncloa.

El prodigio es que se ha formado, a ojos de muchos españoles, un arco voltaico. Las torpezas y fealdades del Gobierno desde el 4 de mayo se extienden hacia atrás y nos comunican con un pasado en que se estaba insinuando el presente: el ingreso oblicuo de Sánchez en el poder, sus comportamientos incurablemente tácticos, su propensión consiguiente a sacrificar lo que es importante a lo que no lo es, configuran una epifanía, una especie de testimonio.

Se habla mucho de legitimidad. La legitimidad se traduce, a la postre, en ascendiente moral, un ingrediente imprescindible para que el gobernante consiga que los demás le obedezcan. Me restrinjo a hacer una constatación de andar por casa: lo mínimo, si se quiere mandar, es que le tomen a uno en serio. Va a ser difícil que esto ocurra en el futuro con Sánchez. Del himno con piano hemos pasado a la chirigota.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación