Álvaro Delgado Gal - ENQUIRIDIÓN

Las expansiones de Rufián

El portavoz de ERC divulgó especies que deben preocupar a socialistas, burguesía y españoles en general

Gabriel Rufián durante una comparecencia en el Congreso EFE

Álvaro Delgado Gal

El lunes pasado, Gabriel Rufián se despachó desde las páginas de un diario nacional con la fachenda y desenvoltura que en él son habituales. El portavoz de ERC en el Congreso divulgó especies que deberían preocupar a los socialistas, a la burguesía catalana y a los españoles en general. Por tres veces, lo mismo que cuando se reza el rosario, repitió que el partido de Pedro Sánchez es el propio Pedro Sánchez. Y dio remate a su enumeración concediendo que quizá quedara, si acaso, un «poquito del PSOE».

Coloquémonos a continuación en la piel de un votante socialista cualquiera, o todavía peor, de un español cualquiera. Lo que Rufián les está diciendo a millones de ciudadanos, es que han acudido a las urnas en la creencia equivocada de que iban a elegir al Presidente del Gobierno, y no a un señor que andaba por ahí y que, gracias a un gigantesco malentendido, ha terminado por ocupar La Moncloa. Esa persona que se ha manumitido de toda atadura orgánica, corporativa o nacional estaría debatiendo con Rufián y sus socios independentistas el futuro de la democracia. El Estado no comparece en la negociación, dado que no lo pueden representar quienes están contra él , ni tampoco el que mantiene con su partido y con sus diputados, y por lo tanto con el grueso de las fuerzas políticas, una relación más encuadrable en el Derecho Privado que en el Público. Esa es la conclusión a que increíblemente nos convida la entrevista con Rufián. Que el tono sea distendido, que Rufián, incluso, parezca como que quiere ser simpático, no reduce lo asombroso, lo escandaloso, de sus palabras.

Segundo detalle: asegura Rufián que su nacionalismo no es identitario, sino revolucionario. No solo el suyo, presumo, sino el de ERC. ERC, en suma, estaría buscando la independencia con el propósito de hacer una revolución. Lo último invita a pensar que la Cataluña que Rufián anhela saldría de la Unión Europea, dentro de la cual, como se sabe, las revoluciones no son posibles. ¿Es consciente la burguesía nacionalista catalana de que su complicidad con el independentismo podría llevarla por donde preferiría no ir? ¿Sabe realmente lo que está haciendo? Sus cuentas son muy otras. Muchos de quienes, alocadamente, están propiciando una enorme crisis, catalana y española, razonan moviéndose a dos velocidades. A corto plazo, y ERC no lo ignora, los herederos extraviados de La Lliga pretenden ventajas palpables para Cataluña, o, mejor, para sí mismos en una Cataluña cuasi soberana: inversiones diferenciales, blindaje en materia judicial, espacio y holgura, en fin, para afianzar su instalación en un espacio no interferido desde fuera. En el medio o largo plazo, el objetivo es la independencia dentro de la Unión, en un territorio en el que quedaría condenada a la marginalidad moral y civil la mitad de la población. Se trata de ensoñaciones infantiles. La ruptura del Estado introduciría el caos en el conjunto del país, Cataluña incluida, y la permanencia de España en la Unión, sin distinción de partes, se haría inviable. El momento sería objetivamente revolucionario. Desconozco si en la acepción que interesa a Rufián, pero no, desde luego, en una que pueda seducir a empresarios, profesionales o quienquiera que tenga algo que perder.

Una última reflexión, referida a lo que Rufián, prisionero de los lugares comunes que prosperan en su rodal, dice de Ayuso. Resulta sencillamente estúpido entender que el Madrid de Ayuso cultiva una política identitaria. Defender lo que unos interpretan como derechos fiscales, y otro califican de abusos, no tiene nada que ver con lo identitario. En Madrid no existe nada equivalente a TV3; en Madrid no se intenta expulsar un idioma; el gobierno popular de Madrid no se presenta como la encarnación política de una comunidad concebida en términos étnicos y lingüísticos. Tal vez Madrid sea lamentable. No, sin embargo, de esa manera.

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