PARTIDO POPULAR
El alcalde que «renovó» a Celia Villalobos
José María Garcia Urbano, alcalde de Estepona, encabezará la lista por Málaga. Abogado, notario y registrador de la propiedad encarna la «nueva política» del PP

« José María García Urbano sustituye a Celia Villalobos como número uno por Málaga». Ese titular, destilado de la lista de elegidos por Mariano Rajoy hace una semana para concurrir en su candidatura el próximo 20 de diciembre , tenía tanta miga política como enfado indisimulado de la aludida. Una de las políticas más veteranas del PP, exalcaldesa de Málaga, ministra de José María Aznar , hasta anteayer vicepresidenta del Congreso, y siempre esposa del sociólogo más cercano al presidente del Gobierno, Pedro Arriola , se caía del número uno de la lista por su tierra.
A Mariano Rajoy le habían pedido los suyos y los ajenos renovación y empezó por el sur, tal y como defendía el líder andaluz del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla . Cambio de caras en Málaga, Córdoba, Jaén, Granada y Sevilla. En cinco de sus ocho cabezas de cartel los candidatos serían otros. Más jóvenes y en sintonía con los nuevos tiempos .
Esa noche de primeros de noviembre, el hoy alcalde de Estepona supo que, a sus 50 años, tocaba ir a Madrid. Pero «sin vencedores ni vencidos -explica a ABC-. Celia es un orgullo para el partido y lo importante no es quién va de número uno de la lista». ¿Su relación con ella?: «Mi relación -contesta- es buena. Es una persona de la que yo he aprendido mucho, me acompañó en mis primeros pasos. Celia merece mucho respeto». No parece que por su parte la polémica tenga mayor recorrido.
Su nuevo destino le obligará probablemente a abandonar la alcaldía de Estepona, uno de los pocos soles que lucieron para Rajoy en las últimas municipales, plagadas de nubarrones. De hecho obtuvo casi un 60% de los sufragios y se convirtió en el alcalde popular con más respaldo en ayuntamientos de más de 50.000 habitantes .
Cuando lo supo confiesa que rememoró ese 11 de marzo de 2004, de negro recuerdo para España, día en que decidió darse de alta en el PP. O cuando, cuatro años después, rizó el rizo implicándose más tras dejar colgada una carrera profesional que cualquier madre firmaría para un yerno: abogado del Estado, notario y registrador de la propiedad . En esos años, era fedatario público en Estepona. «Lo hice por patriotismo -explica a ABC-. Cuando las cosas estaban peor para España, decidí formar parte del cambio» .
De hecho, aquellos días de salto al vacío confiesa que pensó mucho en sus amigos y compañeros de estudios, algunos expulsados de la clase media por la recesión que, antes, les había arrebatado sus trabajos. «Tenía amigos -recuerda- que habían ejercido de abogados o de arquitectos, que perdieron su empleo, y se les desmoronaba su mundo» .
Luego vendrían las elecciones de 2011. El hueso fue bien duro de roer. Le aguardaba en Estepona una deuda estratosférica, parte del equipo municipal inquilino de la cárcel y un ayuntamiento en coma. Cuando ganó la alcaldía encontró un gasto en salarios públicos que suponía más del 100% de los ingresos municipales, circunstancia que había que sumar a la multiplicación de empresas públicas mudadas en pelotazos privados de cargos socialistas. Gran parte de su primera gestión fue encontrar facturas impagadas y rebajar la grasa del ayuntamiento . Después, vendría un importante lavado de cara de la ciudad.
Al correr del tiempo, parece haber aprendido bien lo que es la administración pública. «Mire -declara- si de algo me ha servido conocer desde dentro el gobierno local es para darme cuenta de que hemos levantado un entramado administrativo que es un auténtico lastre para los ciudadanos ». De hecho, se muestra taxativo con la medicina que administraría: «Habrá que crear una comisión para derogar leyes que no sirven para nada. Hay que simplificar la administración para hacerla más útil».
Recuperación ética y moral
La corrupción en su partido es otro lastre . García Urbano la siente así: «Entre todos hemos conseguido apuntalar la recuperación económica pero ahora necesitamos también lograr la recuperación ética y moral de nuestra política». Cuando, durante la campaña del pasado mayo, Mariano Rajoy le acompañó en uno de sus mítines, nadie reparó en que la elección de ese acto no era casual: hacía falta revalidar Estepona (como así fue) y, además, su líder tenía proyección de futuro. Quizá ya entonces, el presidente tenía decidido que medio año después la cúspide de la lista por Málaga ya no tendría nombre de mujer .