ENTREVISTA
Alberto Casillas, el camarero de «Rodea el Congreso»: «Han llegado a amenazarme de muerte»
En una entrevista con ABC, explica cómo vivió aquellos momentos de 2012 y el acto de IU hace escasos días en el que tuvieron que expulsarle por la fuerza
Hace escasos días, Alberto Casillas volvió a protagonizar titulares por haber irrumpido en un acto de Izquierda Unida sobre Venezuela clamando contra la violencia en este país. La seguridad del acto terminó expulsándole por la fuerza del recinto, incluso provocándole algunas lesiones.
Casillas se hizo famoso en 2012 por alojar en su bar a algunos manifestantes que se refugiaban de los antidisturbios en las protestas de «Rodea el Congreso» de 2012. Pero esa no fue la única vez por la que su nombre apareció en los periódicos. En 2014 irrumpió a gritos en un desayuno informativo de Pablo Iglesias y en 2015 hizo lo propio en un acto con Juan Carlos Monedero.
Del acto de IU del que fue expulsado por la fuerza se lleva la satisfacción de haber intentado expresar sus opiniones, y algunas lesiones. De hecho, presentó una denuncia a la Policía por lo ocurrido en el acto aportando incluso el parte de lesiones.
¿Cómo fue la protesta en el acto de Izquierda Unida?
Inicialmente no era una protesta, sino escuchar lo que iban a decir. No había nada pensado previamente de reventarles el acto. En base a las mentiras que escuchamos, espontáneamente surgió esa reacción.
¿Cómo ocurrió que terminara siendo expulsado por la fuerza?
Lamentablemente la izquierda es muy hábil para hacer protestas, pero no para permitir las de otros. Cuando les haces cualquier pregunta o les desmientes, terminan llamando a los puertas que ellos mismos contratan y te sacan a la fuerza. Es una política de ellos de no permitir la disidencia o diversidad de opiniones.
¿Se les puede considerar como intolerantes?
La intolerancia se termina donde ellos comienzan. Es intolerancia con violencia y agresiones. Es un paso más. Vas perdiendo espacios de disidencia. Es una copia fidedigna de Venezuela. Ganan espacio político a costa de nuestro espacio.
¿Sufrió alguna lesión?
Empujones, patadas, torceduras de pie... Ves las órdenes de reprimirte como sea. Dijeron que o me callaba o llamaban a seguridad para sacarme a la fuerza. Cuando me estaban empujando, me agredieron, me pisaron el pie, y me produjeron un esguince. Nunca uno llega a pensar que es un acto repetitivo, pero se constata que es su forma de actuar. Ellos me elogiaban cuando me llamaban héroe, pero cuando increpé a su líder ya te conviertes en un facha y un violento, y yo se ve que ni levanté la mano.
¿Llegó a sentir miedo?
Uno no siente nada. Siente dolor porque en este país las libertades se están perdiendo. Te tratan como un despojo, y lo único que has hecho es contestarles. Es la impotencia de que esto se parece cada vez más a Venezuela. Por criticarles me golpean...
¿Cree que ha servido para algo su actuación?
Creo que sí. Cuando increpé a Pablo Iglesias, un Guardia Civil se me acercó y me dijo que votó por Podemos, pero que cuando me sacaron se echó las manos a la cabeza y se arrepiente de votarles. Es mucho más fácil engañar a la gente que convencerla de que has vivido engañado.
¿Lo repetiría en el futuro?
Sí, claro. Y ahora con mucha más dedicación porque veo día a día que nuestras libertades se están perdiendo. En cada acto que vea ahora, intentaré que me contesten. Ellos son los profesionales de la intolerancia.
¿Ha recibido amenazas por su participación?
Han llegado a amenazarme de muerto por teléfono. La película se repite. Cuando increpé a Monedero, me insultaron. Yo no oculto mi teléfono ni mi dirección ni nada. Amanecí con insultos y amenazas. No me asusta esto. Me asusta más no poder dejarle a mis hijos un país democrático.
Usted se hizo famoso por refugiar a unos manifestantes en su bar durante la protesta de «Rodea el Congreso». ¿Por qué actuó así?
Vi que los que estaban ahí no habían hecho nada para estar recibiendo esa carga policial, pero igual en otra parte de la manifestación sí se justificaba. Lo más razonable era refugiarlos. No me arrepiento de lo que hice.
En aquel momento le consideraban un héroe. ¿Cómo se sintió?
A nadie le amarga un dulce. Que te llamen héroe por haber protegido a personas que consideras inocentes es muy satisfactorio. Es muy gratificante no el que te llamen héroe, sino que tus actuaciones hayan dado tranquilidad, quitado el miedo a la gente.
Tras ese momento, se intercambió mensajes por Twitter con Pablo Iglesias para reunirse. ¿Llegó a hacerlo?
Yo estaba defendiendo a los de izquierdas, a sus acólitos. Le dije que quería hablar con él de Venezuela, la experiencia que yo había tenido. Pero ahí se calló simplemente, y se lo pedí muchas veces. Él solo quería defender la causa suya.
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